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Desde la Bahía

Las dos caras de un dios político

Su primer encuentro era siempre con la imagen que proyectaba en el espejo su cuerpo

Publicado: 28/11/2021 ·
21:12
· Actualizado: 28/11/2021 · 21:12
Autor

José Chamorro López

José Chamorro López es un médico especialista en Medicina Interna radicado en San Fernando

Desde la Bahía

El blog Desde la Bahía trata todo tipo de temas de actualidad desde una óptica humanista

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Los cristales de los balcones de su dormitorio, aparte de juguetear con las golondrinas becquerianas, eran el mejor competidor de las agujas del reloj que señalan el ritmo horario. En su despertar siempre sabía por la mayor o menor oscuridad o claridad, la hora exacta, certero maquillaje en el protagonismo del tiempo. El trabajo - que lo empezamos a definir como algo con lo que se castigó la desobediencia, que luego lo adornamos con los encajes de la vocación y que finalmente tiene como realidad la doble vertiente de que es necesario para conseguir el sustento adecuado y el confort - si da para ello - y por otro lado la alegría y el entusiasmo de poder proyectar y conseguir metas muy diversas - impone el despertar.

Su primer encuentro era siempre con la imagen que proyectaba en el espejo su cuerpo. Era una copia virtual de su físico que, aunque le señalaba los años ya vividos, en la discreta rugosidad de su piel y la amplitud que la ausencia del cabello daba a su frente, sin embargo, al carecer de pensamiento y conciencia, no podía tener el convencido espíritu juvenil y la capacidad vital e intelectual que él se acreditaba.                        ,

Cuántas veces observó sobre la blanca cerámica de su lavabo, al iniciar su higiene habitual, el correr de algunas diminutas hormigas, que siempre el chorro del grifo se encargaba de precipitar hacia la tubería. Pero ese día no dejó correr el agua. Se fijó en aquel ser diminuto y su pensamiento alertado por un flash luminoso que en escasas ocasiones deja brillar el espíritu, le hizo reflexionar sobre la grandeza que representaba aquella mínima criatura. Recordó el día que en la escuela el maestro describió con verdadero entusiasmo, que en aquella especie, entre las más de diez mil existentes, había un cerebro, un sistema circulatorio abierto, un sistema respiratorio de tráqueas, aparato reproductor y excretor, dos estómagos, etc, pero lo que más le llamó la atención fue el que poseían unas poderosas mandíbulas con las que son capaces de levantar cargas veinte veces superiores a su peso.  Y le impresionó su división en reina, machos o zánganos, soldados y obreras y su comunicación mediante feromonas. ¡Qué complejidad y qué belleza!, exclamó. No hay ser humano capaz de hacer cosa semejante. Ni tampoco el azar o la evolución. Solamente le es posible a Dios, pensó rebosante de fe. Y espontáneamente se persignó mientras acababa de vestirse.

Rápidamente bajó hacía el garaje y ya con su coche en marcha se dirigió hacia el Municipio donde esa mañana tenía lugar una reunión con los padres de alumnos de centros públicos y concertados, donde él era, como concejal de cultura, el responsable de la exposición en la que iba a estar presente el delegado provincial.  

 ¡Y cómo no¡ Saltó el problema de la Religión como asignatura. Y apareció el “hombre de Partido” encerrado en el habitáculo del ideal partidista, no razonado y cercado por los barrotes de la cúpula dirigente. Su discurso fue claro y contundente. La religión seguirá siendo oferta obligatoria para los Centros sobre todo los concertados, pero siempre optativa para el alumnado. Competirá con el recreo, porque no se le puede dar hora, ni siquiera al final de la jornada diaria, tendríamos que atender al gran abanico que todas las existentes representan y no habría lugar, ni tiempo. No contará para la nota media. La “política” del ministerio no tiene ningún otro interés en ello. Os propongo a vosotros los padres, manteneros indiferentes, laicos y sobre todo progresistas, dejando atrás tradiciones religiosas cada día más olvidadas y que sean nuestros hijos en su mayoría de edad quienes decidan si quieren o no pertenecer a algunas de ellas. Las creencias no se imponen. Las escuelas tienen que mirar hacia el mundo y no al cielo.

Terminado el acto al ir a recoger los folios de su ponencia, una hormiga muy diminuta estaba posada sobre ellos y precisamente sobre la palabra “política”.  Parecía quererle indicar a aquel “hombre del espejo” - al que se le auguraba un brillante porvenir político - que se había comportado como un dios Jano, es decir un dios de dos caras, sabiendo en cada momento cual presentar.

Ahora se comprende mejor aquella frase de Shakespeare: La política está por encima de la conciencia. Y también - y las circunstancias existentes parecen actualizarla - la más vehemente y despreciativa de Pío Baroja: La política es un juego sucio de compadres.

Terminada la sesión el ujier cerró rápidamente las ventanas de la Sala Capitular del Municipio, para que nadie viera el sonrojado rostro de la luz solar. La pequeña hormiga fue sacudida del papel de una fuerte palmada, sin tener en cuenta esta vez la belleza de su morfología, ni la grandeza de su creador.       

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