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Martes 16/04/2024  

Sindéresis

Lo que vale un traidor

Las naciones no se tiran por la ventana cuando están a punto de ser desahuciadas. Las banderas lo aguantan todo; la gente, no

Publicado: 06/02/2022 ·
19:58
· Actualizado: 06/02/2022 · 19:58
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Autor

Juan González Mesa

Juan González Mesa se define como escritor profesional, columnista aficionado, guionista mercenario

Sindéresis

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La traición es un truco de un solo uso y, ahora mismo, los dos votos de UPN en el Congreso de los Diputados no sirven para nada. Su partido jamás podrá volver a negociar con este gobierno ni sacar rédito para sus intereses o para su tierra. Cuando digan que van a votar que sí o que no a algo, nadie los tomará en serio.

La credibilidad es un pecho con un solo punto de vida.

La falta de credibilidad tiene que ver, también, con todos los partidos que negocian los derechos de los trabajadores de nuestro país con cuestiones que nada tienen que ver, o que incluso les perjudican. Querer que el convenio autonómico sea superior al estatal, como reclamaba ERC, no es garantía de nada, ni siquiera en Cataluña, porque, efectivamente, un convenio autonómico puede ser, y suele ser, peor para los trabajadores que el que se ha conseguido en el ámbito estatal. El no de los de Rufián es un guiño a la patronal de su tierra, a la burguesía que sabe sacar tajada como ninguna otra de la tensión parlamentaria entre los intereses de todos y la idea de nacionalismo.

Ha sido el no de las banderas, porque todos los que han votado que no ponen su bandera por delante de cualquier texto que se vote, y la usan, muy a menudo, como escudo y pretexto. Se ha conseguido menos de lo que se podría haber podido conseguir con esta reforma laboral si la gente de Bildu o de ERC, por ejemplo, hubiese pensado en un principio básico de la justicia social y de la justicia laboral: in dubio pro operario.

Las naciones no se tiran por la ventana cuando están a punto de ser desahuciadas. Las banderas lo aguantan todo; la gente, no. En mi tierra habrá decenas de miles de trabajadores de subcontratas que van a ver cómo sus condiciones laborales se equiparan a las del personal fijo de la empresa matriz, decenas de miles de contratados por obra y servicio acabarán como indefinidos, y eso, lo explico para quien no lo padece, supone ir a un banco y conseguir un crédito para comenzar una vida, aunque uno tenga ya cuarenta años y viva con su pareja y sus hijos en casa de los padres.

Luego querrán que los andaluces que quieren cambiar y comerse el mundo copien la falta de solidaridad y de, como les gusta decir, conciencia de clase que ostentan los partidos nacionalistas. Luego algunos querrán que haya un partido en Andalucía que tumbe una reforma laboral para que el convenio autonómico esté por encima del convenido estatal, porque prefieren un contrato de mierda con sello de su comunidad autónoma, y jamás se les ocurriría luchar para que su tierra sea un lugar en el que no solo dé gusto bajar de vacaciones, sino trabajar y vivir.

Los dos diputados de UPN quieren que pensemos que son unos valientes porque votaron en conciencia y en contra de lo que dictaba su partido, pero mantuvieron el engaño de que votarían que sí hasta el último momento. ¿No habrían votado en conciencia si hubiesen advertido el sentido de su voto cuando se les puso un micrófono delante? Claro, pero ese no era su verdadero objetivo. Se han quemado por completo, y eso solo lo hace un político que tiene su futuro asegurado, un Tamayo, y han dejado a su tierra sin dos votos que, a día de hoy, valen su peso en prebendas. Por mí, genial.

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