Seis semanas de retiro se ha dado el líder del mayoritario Partido Democrático Unionista (DUP) para dejar que los organismos de control gubernamentales investiguen en qué grado sabía sobre las supuestas sumas de dinero que su esposa Iris entregó a un ex amante para negocios personales.
La dimisión temporal del ministro principal norirlandés acentúa además la crisis del proceso de paz, paralizado desde hace meses por las diferencias que mantienen los principales partidos y ensombrecido ahora por un escándalo sexual y de supuesta corrupción.
“Como padre y como esposo, necesito tiempo para tratar asuntos familiares. Sigo manteniendo que he actuado éticamente y es especialmente doloroso que, en este momento de trauma personal, tenga que defenderme de acusaciones infundadas”, dijo Robinson al anunciar su renuncia.
También confirmó que su esposa está recibiendo tratamiento psiquiátrico en Belfast, con lo que desmintió las informaciones que la situaban ayer en una estación de esquí de Francia.
Robinson cuenta con el “apoyo sin reservas” del partido, según declaró su número dos, Nigel Dodds. Durante su intervención ante los medios, Dodds estuvo arropado por varios correligionarios, pero se notó la significativa ausencia de otros compañeros, como la del reverendo Ian Paisley, de su hijo Ian o del reverendo McCrea, representantes de la línea más tradicionalista del DUP.
La división del unionismo ha sido uno de los argumentos utilizados por el Sinn Fein, socios en el Gobierno de poder compartido, para explicar la reticencia del DUP a cerrar con los republicanos la transferencia de los poderes de Justicia e Interior al Ejecutivo norirlandés, actualmente administrados por Londres.
Un sector importante del unionismo desconfía aún de las intenciones del partido de Gerry Adams, que fue el brazo político del ya inactivo IRA, que ha pedido para Robinson respeto y tiempo para que solucione sus problemas personales.
La situación preocupa a los Gobiernos británico e irlandés, pues temen que la desintegración de la coalición gubernamental norirlandesa convierta la parálisis del proceso de paz en una crisis de larga duración, justo cuando la amenaza terrorista de los disidentes del IRA está en su punto más alto en los últimos años.