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El gabinete de Guillermo del Toro para Netflix: apenas un lujoso envoltorio

Los ocho mediometrajes, basados en diferentes relatos de terror, en buena parte no están a la altura de un diseño de producción espectacular

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Guillermo del Toro “presenta”, y lo hace casi a imagen y semejanza de la famosa colección televisiva de Alfred Hitchcock: él mismo introduce cada una de las ocho historias que forman parte de El gabinete de curiosidades y subraya el nombre de los realizadores que están al frente de cada mediometraje, en una clara reivindicación autorial que, definitivamente, no responde a las expectativas, salvo algunas honrosas excepciones, y, en buena parte, por demérito del guion, no de una puesta en escena a partir de un excelente diseño de producción, que hacen del conjunto un atractivo envoltorio, pero poco más.      

Del Toro es quien ha seleccionado las ocho historias de terror que forman parte del encargo de Netflix -él mismo firma dos de los relatos, el que abre y el que cierra la serie: El trastero y El murmullo, respectivamente-, y muestra tanto su dominio del género como un evidente compromiso a la hora de que cada historia sirva de cauce a diferentes estructuras narrativas con las que abordar cuestiones como el racismo, la codicia, la drogadicción, las falsas apariencias, la amenaza exterior, la vida inteligente o la pérdida.

Pero eso que resulta tan perceptible como agradecido no se basta por sí solo para mantener la atención en varias de las entregas; ya sea por su carácter previsible, como ocurre en La apariencia, por su innecesario afán en la búsqueda de finales impactantes, caso de El modelo de Pickman -basado en un relato de Lovecraft tan desaprovechado como el que inspira la a ratos sonrojante adaptación de Sueños en la casa de la bruja-, o por la mera intrascendencia de las historias, que es lo que ocurre en la insufrible La visita, donde ni sus decorados, ni el uso del color, ni los ecos del giallo, ni la presencia de Peter Weller -el Robocop original-, terminan por ofrecer un todo consistente.


Sí resultan más que aceptables tres de las historias recopiladas. La primera, Ratas de cementerio, de brillante y entretenida puesta en escena; la segunda, La autopsia, con un excelente F.Murray Abraham en la piel de un forense que termina enfrentado a un misterioso ser vivo procedente de otro planeta; y la tercera, El murmullo, una historia de fantasmas rodada con una enorme delicadeza y apoyada en las muy buenas interpretaciones de Essie Davies y Andrew Lincoln.

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