La primera reflexión que viene a cuento es la doble moral de José María Aznar y sus colaboradores que realizaron una cruzada, con beneficios políticos, contra la guerra sucia en España y después colaboraron en llevarla a cabo con la administración norteamericana. Pero hay mucho más: el PP está marcado por una política y una época que no le va a dejar de pasar factura hasta que se haga una autocrítica profunda y una renovación de las personas que tuvieron que ver directamente con aquello.
La llegada de Barack Obama a la Casa Blanca levantará necesariamente las alfombras. El recién elegido presidente –pero también su competidor, John McCain– se pronunciaron a favor del cierre de la prisión ilegal de Guantánamo y radicalmente en contra de las torturas. Lo que para muchos era insoportable se ha convertido además en inviable. Y ahora la ley del péndulo determinará la exigencia de responsabilidades a todos los que colaboraron en aquella ignominia.
El proceso penal es una maquinaria lenta pero inexorable. Una vez que se ha puesto en marcha la fiscalía de la Audiencia Nacional es difícil que haya inercias o intereses que pueda pararla. Pudiera llegarse a producir la paradoja de que el ex presidente José María Aznar, que tanto interés tuvo en sentar a Felipe González en el banquillo, termine él en esa situación por los motivos en los que se pretendió erigir en ángel vengador. La vida da muchas vueltas.