Un tema traído y llevado, cual dardo político arrojadizo y que polariza un discurso vacío sobre un tema que debería tener una importancia capital: La Educación. Básicamente el argumentario sobre repetición SI o repetición NO, es muy conocido. Por un lado, ejemplo la consejera de Desarrollo Educativo y Formación Profesional de la Junta, Patricia del Pozo, del gobierno del PP andaluz, mantenía en reciente declaraciones que "Andalucía tenga en el ADN de su sistema educativo la cultura del esfuerzo", -como si no estuviera presente- y para ello se establecen requisitos necesarios para obtener una titulación o la repetición de curso, ya que “rebajar la exigencia traslada un mensaje profundamente negativo al alumnado, que le lleva a la confusión y finalmente a la frustración, porque más pronto que tarde tendrán dificultades y les van a faltar herramientas para superarlas". Sorprende que la Sra. Consejera no se pregunte por qué un sistema educativo eficiente no debería prevenir y evitar esa “frustración y confusión” que ella dice padecerá el alumno que repite. Y para evitar esto, más que poner más medios y aportar remedios, simplemente deja en manos de una “mayoría cualificada” del profesorado la tan discutida decisión. El dejar la decisión en manos del equipo docente siempre tiene una ventaja para la Consejería, que situará el fracaso escolar en las malas decisiones adoptadas por la docencia, y dice Dña. Patricia del Pozo que así “les ofrecemos seguridad jurídica y respaldamos su trabajo". Por otro lado, disintiendo con la Sra. Consejera, están quienes entienden que la repetición de curso más que ayudar al alumnado lo que provoca es todo lo contrario y además genera problemas en la socialización de las nuevas promociones de alumnado. En este sentido se vienen pronunciando organizamos internacionales que hacen estudios anuales sobre los sistemas educativos como por ejemplo: PANORAMA DE LA EDUCACIÓN. INDICADORES DE LA OCDE 2022. Informe español. “En algunos países, la repetición puede tener un efecto significativo en la duración de primaria y secundaria. El número de estudiantes que tienen que repetir un curso y, por lo tanto, permanecer un año más en un programa varía mucho según los países. Aunque no es una medida que se utiliza de forma universal en la OCDE, es común en algunos países, como España, Bélgica y Portugal donde más del 7 % de los alumnos de segunda etapa de secundaria son repetidores (OECD, 2022a). A pesar de su popularidad en algunos países, los datos sugieren que la eficacia de esta herramienta es baja (Goos, Pipa & Peixoto, 2021)”. Y si con eso no fuese suficiente hay que considerar los efectos negativos de la repetición de curso no sólo en la autoestima del alumnado que, por cierto no tiene voz ni voto en esa grave decisión, sino que afecta profundamente en la configuración de los grupos y las relaciones interpersonales entre el propio alumnado que lo conforman. El impacto de “liderazgos” poco deseables, de alumnado repetidor, mayor en edad, sobre el alumnado que promociona con su edad, es bien conocido por quienes a la docencia se dedican.
Reconocer que una persona, obligada a asistir a un centro educativo, no desarrolla sus competencias, más que situar el asunto en la promoción o no de curso, debería suscitar un análisis de qué es lo que no se está haciendo bien en el proceso de enseñanza aprendizaje con esa persona. Si se asume que todo aprendizaje nuevo requiere de requisitos previos, la causa directa de la inmensa mayoría de los casos denominados de “fracaso escolar” reside en la no adaptación de la propuesta educativa a las competencias que la persona discente tiene consolidadas. La pregunta es ¿Por qué en los centros educativos no siempre se garantiza esta adaptación? Quienes trabajan en esos establecimientos educativos saben muy bien la respuesta, aunque cuesta explicitarla a boca jarro. Los centros educativos no están preparados para la atención “personalizada” que cada alumna y alumno precisan. Quienes gobiernan han venido adoptando una filosofía “cuartelaria” para la organización y funcionamiento de los Centros educativos y evidentemente no es la mejor formula para garantizar esa educación a medida que las personas en edad de formarse precisan. Por ello las repeticiones de curso no resuelven el fracaso escolar y no garantizan en modo alguno la tan perseguida titulación (por aquello de ofrecer estadísticas exitosas). Cuando un alimento se repite es que buena digestión no se está haciendo. Y quienes abogan por la repetición -cual castigo- por “no esforzarse” no se paran a pensar en las causas, en el por qué el alumnado “fracasa”. En esto también influye la perspectiva de cada docente que muy resumidamente -evidentemente se pierde rigor- puede situarse entre el sector del “paidocentrismo” (centran la propuesta en cada alumno o alumna) o del “logocentrismo” (centran la propuesta en la lógica de la materia a enseñar). Insistir que con las condiciones laborales que establecen quienes gobiernan condicionan en gran medida como se desarrollan los procesos de enseñanza aprendizaje y son concordantes con el “logocentrismo”, por ser opción “más barata” para “guardar alumnado”. Cabe preguntarse cómo puede desarrollar la docencia una enseñanza personalizada, en instituciones escolares con esquemas “cuartelarios”, donde la persona que se dedica al noble arte de la docencia debe trabajar con varios grupos de alumnado ubicados en aulas (a modo de unidades militares: baterías, compañías…) que deben recibir diariamente las dosis instructivas precisas, La inmensa mayoría de la docencia añora tener medios materiales y tiempo para poder ayudar a cada alumno o alumna, ofreciéndole aquello que puede aprender en función de sus competencias en cada momento. Seguir ajustándose a curriculums cerrados, basados aún, a pesar del tiempo histórico transcurrido, en modelos medievales, es contradictorio con entornos de aprendizaje totalmente abiertos, donde más que contenidos urge aprender métodos, procedimientos para el acceso a un mundo casi infinito de contenidos y además que se expande exponencialmente. Y que decir cuando lo que se propone es educar en valores y emociones. ¿Aún no se percatan los políticos de turno que en sociedades abiertas y flexibles también el sistema educativo tiene que serlo? En lugar de someter a profundas revisiones al sistema educativo para adaptarse a la sociedad de la comunicación que utiliza el ciber-espacio, los políticos se obstinan en mantener dialécticas del tipo repetición o no repetición. ¿Cortos de miras…? ¡No lo siguiente!
Fdo Rafael Fenoy Rico