Es cierto que las discrepancias políticas y también sociales han supuesto que el inicio de las obras se retrasen más de lo previsto, al menos un año, para perjuicio de los ciudadanos; pero está bien lo que bien acaba. También es cierto que en este sentido la oposición a los trazados iniciales no era solamente por una confrontación política, y así lo ha entendido el PSOE al rectificar, sino también por un verdadero rechazo popular de la gente de la calle. Esta oposición última, constatada por los dirigentes socialistas unido a la gran labor que ha realizado el diputado Salvador de la Encina, que no se ha enquistado en sus proclamas iniciales como desgraciadamente ocurre en casos parecidos en otros políticos, ha supuesto finalmente el cambio de trazado y la unanimidad política.
Ya solamente falta logar saltar el escollo final de los ecologistas que por el momento no se han pronunciado a la espera de examinar bien el nuevo trazado que le fue entregado el pasado lunes. No obstante, se supone que tendrán que dar el visto bueno ya que la reivindicación esencial de que el trazado ni pise ni pase por el Pinar del Rey se ha cumplido.
Un final feliz que se ha llevado a cabo por la responsabilidad de todos los partidos, y sobre todo por el PSOE por saber rectificar a tiempo y el PP por no enrocarse en una posición negativa, pero que podrían ensuciar si como está ocurriendo en las últimas horas ambas formaciones, en un lucha estéril y pueril, se quieren poner cada uno la medalla de la solución por separado. Este final feliz es gracias al consenso y a la generosidad de todos y debería ser tomado como un ejemplo. Buscar triunfos personales es inútil y bochornoso.