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Curioso Empedernido

Pequeños tesoros

El día a día nos convence de los pequeños tesoros y de que lo pequeño es hermoso

  • Juan Antonio Palacios. -

Como diría Schumacher que fue uno de los primeros intelectuales y economistas en cuestionar que tan correcto es emplear el Producto Nacional Bruto para medir el bienestar humano, enfatizando que el fin debería ser “la obtención de un máximo de bienestar con un mínimo consumo” y además de señalar en su obra que la filosofía del materialismo quede después de ideales como la justicia, la armonía, la belleza y la salud.

Y es que por mucho que nos quieran llevar con la lengua fuera, creándonos necesidades artificiales y artificiosas en un camino hacia lo grandioso, el día a día nos convence de los pequeños tesoros y de que lo pequeño es hermoso.

Resulta inútil e innecesario estar todas las jornadas ocupados y sobrecargados de trabajo que no nos aportan nada, salvo aburrimiento, agotamiento y ansiedad. Pero si queremos salir de ese foso en el que la imposición y la sumisión, de ganar sobre todo y contra todos, es saber descubrir y disfrutar de los momentos que llenan nuestras vidas desde la sencillez de lo común.

Prueben cada jornada a ser amables y hacer felices a quienes nos rodean, a visibilizar aquello que estamos cansados de ver pero que jamás hemos observado con detenimiento y deleite, a encontrar que el paraíso podemos vivirlo en la sonrisa del otro o un apretón de manos, en esos pequeños tesoros en los que no solemos reparar por nuestras prosas y nuestras prisas.

En este mundo de errores y horrores, de agujeros negros y exigencias incomprensibles, hemos de cultivar la esperanza de cada instante, de saber encontrar siempre tiempo y espacio para pasarlo bien, y cultivar el huerto de lo positivo y evitar todo lo que nos produce estrés.

No dejemos de sentir curiosidad y preguntarnos por las ventajas de nuestras diferencias, sin querer igualarnos a los demás. Emocionarnos con esa pluralidad y diversidad siempre que no la convirtamos en desigualdad y herramientas de dominio de unos sobre otros.

Vivimos imbuidos en las razones de los datos, en la revolución de la inteligencia artificial y nos olvidamos de tratar de entender aquello que vemos, de lo que hablamos o la maravilla de lo que nos dicen a través de los pequeños detalles.

Nos dejamos llevar de prejuicios que nos impiden mirar la realidad con la limpieza de aprender sin contaminarnos, y crearnos laberintos en el que terminamos encerrados y no podemos salir de él. Tendremos oportunidades de encontrar todas las posibilidades de la realidad virtual si somos capaces de buscar donde se esconden los pequeños tesoros de nuestra realidad.

Entre impactos y adaptaciones, encontraremos la forma de hacer enorme lo que en principio nos parecía insignificante, y nos imaginamos viviendo instantes que pueden cambiar la visión de las cosas, nos congratula como hemos tenido la suerte de merecer lo mejor de todo un cumulo de situaciones.

En un chasquido de dedos y como si hiciéramos un juego de magia, podemos ver lo que habíamos pensado en muchas ocasiones convertido en realidad, y parece que por unos segundos tengamos el privilegio de contemplarlo todo desde las alturas, y localizamos los oasis en los que poder relajarnos y descansar, sin ser molestados ni interrumpidos.

Pero sobre todo, nos daremos cuenta que el placer y el sentido de nuestras vidas, no está en lo extraordinario, sino en tener nuestras propias ideas y proyectos, aunque sabiendo que no hay recompensa sin sacrificio.

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