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El jardín de Bomarzo

Dunas en el desierto

La capacidad de resiliencia de Sánchez deberá ser estudiada en los libros de estrategia política futuros porque nunca antes hubo un presidente capaz de tanto

Publicado: 02/06/2023 ·
12:20
· Actualizado: 02/06/2023 · 12:20
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Bomarzo

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La política se rige en ciclos. Unos más largos y otros más cortos, tanto para las siglas como para las personas y lo difícil es saber determinar y asumir que un ciclo está acabado y, por inercia, empieza otro. Toda situación de cambio genera nuevas oportunidades e inteligente es aquél que mejor sabe adaptarse. Cuando se llega a la política se suele tener la creencia que eso es para siempre y de la política, al final, hay que salirse o termina siendo ella la que, a empujones, te saca. Y esto lo hace, tarde o temprano, con todos.

La capacidad de resiliencia de Pedro Sánchez deberá ser estudiada en los libros de estrategia política futuros porque nunca antes hubo un presidente capaz de tanto; aceptó el órdago que le planteó el PP de convertir las municipales en una campaña nacional vía Bildu y, con ello, ha arrastrado a su partido, no en vano en las ciudades, la mayoría con alcaldes socialistas, que visitó en campaña dando miting perdieron: Sevilla, Puertollano, Alcalá de Henares, Palma, Valladolid, Jerez, Valencia, Vitoria, Zaragoza, Badajoz, Santander, Gijón o Madrid. En otras declinaron amablemente su visita, en éstas no lograron resistir el empuje presidencial. En todas, el PP feliz y que venga más.

Donde en octubre o noviembre no tendría, se saca una posibilidad este 23 de julio irrespetuoso para con el ciudadano convocándole a votar y lo es porque un presidente debe facilitar el voto y la fecha, desde luego, invita a lo contrario. Pero hay que recocerle su habilidad extrema: corta la fiesta del PP y sus fotos de celebraciones con espumoso, mete presión a la izquierda para que se junten y dejen de tirar votos a la papelera y, si no lo hacen, que lo harán porque le han visto las orejas al lobo, reclama su voto como único útil para enfrentar a los partidos de derechas, corta el debate interno en las casas del pueblo sobre su cabeza que tras el desastre hubiera sido insufrible hasta noviembre, coge por sorpresa al resto de formaciones que deben ponerse a confeccionar listas y que, dicho sea de paso, se lo han gastado todo en las municipales, sitúa la campaña en pleno proceso de acuerdos en ayuntamientos y comunidades autónomas donde PP Y Vox hablan, aunque sea a oscuras, de lo suyo y, cómo no, juega con la baja participación en un 23 de julio donde la España del centro del país –y la de la costa- está de vacaciones y aunque los de izquierdas también van a la playa, los de derechas van más días. Todo a favor salvo el anti sanchismo creciente, ese que probablemente se lo llevará por delante. Pero lo cierto es que donde no había oportunidad alguna, y valga el símil futbolero, ha generado un córner en el descuento y pide a todo el equipo socialista que suba al área, portero incluido, para evitar que el PP se lo quede todo. Sea como sea, su ciclo está acabado por mucho que insista, por mucho que resista, por mucho que quiera y se ha visto en estas elecciones, donde en muchos sitios ha primado el deseo de echarle a la gestión que haya podido hacer su alcalde. Él lo sabe, pero no se apartará porque su ego le precede dos horas antes de que llegue a los sitios.

Dicho esto, el PP se ha sabido manejar perfecto. Llegando incluso a más de lo que esperaba porque nunca contó con las diputaciones de Huelva y Cádiz, que probablemente logrará porque Juan Franco, alcalde de la Línea, ha licitado la subasta y en el pliego de condiciones para su apoyo ha puesto, entre otros detalles que puntúan alto como inversión y control en la Mancomunidad del Campo de Gibraltar, la aprobación del PGOU de su pueblo y eso solo se lo puede dar la Junta. Un PP que le da lo que le ofrezca el PSOE en Diputación y la promesa intangible de Madrid, más años de Junta. Y Franco es matemático, solo entiende de números.

La ola azul le dio al PP en el último momento el concejal necesario para la mayoría en Cádiz de Bruno García, que no la tenía unos pocos días antes y que logró por la caída de Adelante, que ahora se lamenta de no haber puesto a Lola Cazalilla; también a Germán Beardo en El Puerto, que durante toda la legislatura bailó sobre ella y presto y atento, la misma noche, reclamó a Moreno Bonilla “reconocimiento” político en instituciones tras cuatro años de “ataques continuos y programados del…”, ejem. Quería ser alcalde y ahora, parece, quiere ser más cosas. La ola impulsó también el último metro a José Luis Sanz en Sevilla o a Pilar Miranda en Huelva y, también, a Pelayo en Jerez, que le dio un vuelco rotundo y meritorio a la situación e hizo reales las expectativas que siempre defendió.

El drama se ha instalado en el seno del PSOE, sabedor del desierto árido que le queda por atravesar y que no será corto, más largo aún si pierde, como probable es, el gobierno de España. Las listas para Congreso y Senado serán cruciales una vez perdidas casi todas las instituciones de peso y ya se verá a quién se busca acomodo y a quién no, si se siguen las intenciones de algunos de que estas listas las formen alcaldes del PSOE electos o, de otros, en el sentido que den cabida a aquellos a los que la ola azul arrastró fuera del mar.

Ciudadanos cierra su puerta y hasta el anuncio de Inés Arrimadas de dejar la política marca, definitivamente, el fin de ciclo de la formación naranja, mientras que las formaciones de izquierdas puede que hayan caído en la cuenta, por fin, de que la política no es un juego de niños y que su dispersión, cuando son lo mismo con diferente rostro, les deja fuera de todo. Y Vox crece sin verse a obligado a hacer nada, se alimenta de todas las críticas que le llegan desde la izquierda y ya no es un elemento que asuste, al PSOE le ha venido fatal demonizarles como hizo Susana Díaz en el tramo final de las elecciones que perdió el gobierno y la sociedad actual ha normalizado la presencia de la ultra derecha. Por tanto, si Sánchez busca en esta campaña prevenir del peligro de Vox, más gente le votará a Vox, quizás con ello lo único que logre es mermar el apoyo al PP. Pero no más.

Juanma Moreno ha consolidado, por lo demás, su marca y hoy es el activo más importante que tiene el PP andaluz y, junto a Ayuso, nacional –lo de Feijoó está por ver…-. Un PP-A instalado en las instituciones y en la Junta y al que la gente no percibe como ese lobo feroz, sanguinario, que iba a torpedear todos los derechos de los ciudadanos y del que tanto alertó el PSOE. El perfil moderado y cercano del presidente y el hecho de que gobierna y el lobo no se ha comido a nadie ha terminado por consolidarse y él y la marca están activas por tiempo, de eso debe ser consciente un PSOE que pensó podría recuperarse en poco y hoy se da cuenta de que las dunas del desierto que tiene por delante esconden, tras su cúspide, un largo transitar por arenas ardientes sin vegetación ni oasis a la vista para consuelo del caminante.

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