Exhaustiva labor la de Cruz Roja, que ha realizado un estudio sobre la salud mental de personas migrantes, incluyendo refugiados y solicitantes de asilo.
El informe destaca que el empleo y la ocupación remunerada, incluso en la economía sumergida, son factores cruciales que proporcionan protección y autonomía económica durante el proceso de migración forzosa. Además, el apoyo familiar, tanto desde el país de origen como a la llegada a un nuevo lugar, junto con la conexión emocional con la familia, juegan un papel fundamental en la salud mental de los migrantes.
Hábitos de vida saludables, que incluyen la actividad física, la alimentación, el sueño y relaciones afectivas y sexuales saludables, también son esenciales para la salud mental. Además, se mencionan factores de protección adicionales como prácticas espirituales, educación y formación, habilidades sociales y apoyo de la red social.
El estudio también aborda la interseccionalidad de las vulnerabilidades, considerando aspectos como género, orientación sexual y etnia.
En él, se subraya la necesidad de reconocer su talento, cambiando la percepción social sobre ellos y valorando sus habilidades, algo de lo que la presidenta autonómica de Cruz Roja, Rosario García, invita a ser partícipe: “Es necesario que todas las personas y entidades pongamos el foco en la salud mental de las personas refugiadas e intentar que las respuestas sean cada vez mayores”.
Muestra destacada
Para llevar a cabo dicho estudio se examinaron 1.025 casos con detenimiento. Además, Cruz Roja contó con la participación de más de 100 personas entre las que hay migrantes, solicitantes de protección internacional, profesionales, personal técnico y voluntariado.
Un 37% de las personas analizadas se ven obligadas a una migración forzosa, tienen problemas de salud mental como ansiedad, estrés o depresión y solo el 6% cuenta con un empleo o actividad remunerada.
Carolina Zanolla, psicóloga al cargo del estudio, también ha recordado "que en 2022 se alcanzó la mayor cifra de refugiados con 35 millones, según los datos a nivel mundial, y que España es el tercer país de la Unión Europea con más solicitudes de refugio durante el pasado año, con 119.000, a los que suman 161.000 temporales por la guerra en Ucrania".
Detrás de cada persona, como relata el estudio, hay toda una amalgama de sentimientos que comienzan durante el mismo viaje, pues “no es lo mismo viajar en solitario que en familia”, destacaba en su intervención Fátima Cabello, subdirectora del área de Salud de Cruz Roja Española.
Posteriormente, hay una etapa que puede durar hasta seis meses en la que el migrante es más susceptible a todo. Tras un período de estabilización, vuelven a surgir problemas derivados de su precariedad. Esto adquiere dificultad añadida si hablamos de minorías racializadas, mujeres, jóvenes o miembros del colectivo LGTBIQ+. Todo ello, unido a la importancia de crear espacios libres de violencia como requisito para lograr dicha recuperación.
Los objetivos del estudio, por tanto, buscan dotar de un mayor conocimiento a la población inmigrante, sensibilizar a la sociedad, con material basado en las experiencias reales, y actuar teniendo en consideración a la persona como centro de su contexto próximo.