Dentro de cuatro días veremos por las calles o llamando a las puertas grupos de niños disfrazados de demonios, fantasmas, brujas, frankenstein y horrendos criminales, ofreciendo ‘truco o trato’. Estas desbandadas de espíritus callejeros pululando por la calles con frenesí nada tiene que ver con el ‘Tenorio’ de Zorrilla; donde el embaucador y pendenciero Don Juan seducía a incautas doncellas con amores eternos, mientras nuestras madres y abuelas perdían las pestañas a ‘lágrimas vivas’ escuchando la radio y más tarde viendo la tele. O cuando encendían velillas que flotaban en agua y aceite y sus llamas en la penumbra parecían acercar los espíritus de nuestros difuntos. Por entonces no se conocían las velas de pilas, y éstas, de cartón y corcho eran muy baratas; aunque ahora, como está el aceite, también habría que pensarlo. Eran días bastante respetados. La mayoría visitaban a sus difuntos y les llevaban flores, tradición que hoy siguen practicando y aprovechan para adecentar y decorar los nichos; costumbres que nada tiene que ver con este ir y venir niños enloquecidos la noche de 31 de octubre, ni con el ensangrentado carnaval de muertos vivientes que más bien es una estrategia de vivos inteligentes que de alguna manera viven de sus muertos. Mejor dicho, de los que compran disfraces de muertos. La verdad que si te pilla desprevenido, es para acordarse de sus ‘moríos’ como decían el `Love y el Cabra´.
A lo que hoy se le llama Halloween, sus primeras referencias datan de la Edad Media, aunque la celebración se remonta a unos 3000 años, bajo el nombre SAMHAIN, que realizaban celtas irlandeses (y gallegos) para dar por concluido el verano.
En Barbate, el entorno de las calles del casco antiguo se convierten en un cementerio viviente, donde madres y niños festejan el día de los difuntos recorriendo el tortuoso camino de almas en pena. Muy distinto al recorrido que un ‘Señor muy avispado’ quiere hacer de nuestro cementerio en su Halloween particular, para ofrecernos ‘muchos trucos y malos tratos’. Pues según publican algunos periódicos, la nueva titularidad del cementerio, nace en virtud del artículo 206 de la Ley Hipotecaria de1946, que permitía a los funcionarios inscribir bienes por una vía especial y sin publicidad a terceros (a saber cuántos terrenos propiedad del pueblo pasaron a manos desconocidas por medio de este artículo), asuntos que por desconocimiento no me atrevo a confirmar. Pero nuestra iglesia, como entidad menor del Obispado, que de verdad conoce la situación, sí debería salir de las penumbras eclesiásticas y dar explicación clara sobre cuánto se cobraba y se quiere cobrar por nicho, traslado, inhumación y si será una empresa con ánimo de lucro quien administre el cementerio, que son las cosas que nos interesa. Otros asuntos de consultas, trámites o denuncias, le corresponde al Ayuntamiento. Lo que esperamos todos, para que la casa grande se haga más grande si cabe, encabezando reuniones y manifestaciones que se correspondan y que asistan todos los políticos, cobren o no, para centrar cátedra de barbateñismo, porque ahora, no topamos con la iglesia como dijo Cervantes, ahora topamos con la catedral. Así que queridos paisanos, disfrutemos de este próximo Halloween y a estar pendiente del otro Halloween de púrpura y bonete .