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?NBQ?, la nomenclatura del nuevo apocalipsis

Médicos y enfermeros del SAMU adiestrados en descontaminación nuclear y química viajan a Japón

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Parten hacia Japón conociendo los riesgos a los que se enfrentan, pero la ilusión por realizar la acción humanitaria para la que se han formado y que nació de su vocación inclina la balanza definitivamente hacia el lado de la acción.Tan sólo dos días antes de partir, asombraban a los trabajadores de la Isla de la Cartuja con la instalación en pocos minutos de un hospital de campaña y una zona de descontaminación nuclear, bacteriológica y química, amenazas que se agrupan bajo las terroríficas siglas NBQ, incorporadas al nomenclátor de la medicina de catástrofes en las últimas décadas.

Quienes se ocultaban bajo llamativos monos aislantes, caretas y máscaras que no les preservaban de ninguna otra radiación que la solar, ni de ninguna otra amenaza que la del polen de los plátanos de sombra que cubren buena parte de la ciudad, tendrán la posiblidad de participar en una acción real en los próximos días, cuando la comisión de aposentamiento desplazada a Japón diseñe el operativo necesario para la integración en la plataforma de voluntariado coordinada por el gobierno nipón.El contingente andaluz que se encarga de evaluar las necesidades sobre el terreno está formado un médico y tres enfermeros, alumnos del Máster de Emergencias de la Universidad de Sevilla. 

Serán veintiún días intensos, donde el operativo que se desplace hacía Japón se encargará de realizar la atención primaria y las urgencias. La doctora Thais Martíns encabeza la expedición que parte hacía Japón junto con 3 enfermeros, “estaremos lejos de la zona caliente, donde se supone que no hay radiación”. Sin embargo, Martíns admite que la posibilidad de que se produzcan nuevos terremotos puede alterar la situación “vamos prevenidos con los equipos necesarios, por lo que pueda pasar”.

Su primera misión será la de preparar la llegada de un contingente mayor compuesto por doce personas, que se desplegarán en zonas donde es urgente recibir asistencia médica. La expedición, financiada por la Oficina de Cooperación al Desarrollo de la Universidad de Sevilla no pisará, en cualquier caso, la llamada ‘zona caliente’, de exclusión de tránsito marcada por un radio de 40 kilómetros desde la central nuclear de Fukushima 1, sino que se limitará a las tareas de atención sanitaria básica en las zonas del país sugeridas por la Embajada de Japón en España.

Intensa actividad

Los equipos de Samu actúan en rotaciones de cuatro semanas, con 21 días de efectividad; es decir, tres semanas en la zona y una de viaje e implantación.

Se trata de un periodo de duro trabajo hasta la llegada del siguiente relevo. Las principales misiones de los alumnos del máster, que son ya médicos y enfermeros titulados, será por tanto la de apoyar a centros médicos de atención primaria, hospitales, realizar traslados de pacientes críticos y reforzar el potencial médico-sanitario de los albergues que atiendan a los más de 300.000 desplazados de Japón, si bien han sido específicamente formados durante las últimas semanas en el complejo procesión de descontaminación radiactiva de las personas que hubieran entrado en contacto con una fuente de radiación nuclear.Una vez que se encuentre sobre el terreno, el equipo trabajará con intensidad hasta la llegada del siguiente relevo, que dependerá de una financiación que no siempre llega con la misma rapidez que en los primeros días después de las catástrofes y para la que el propio SAMU ha hecho un llamamiento a distintos colectivosy empresas.

Segundo tsunami

Los equipos de emergencias de Samu han participado en las más importantes catástrofes internacionales de los últimos siete años, la última en el terremoto de Haití del año pasado. Además, este será el segundo tsunami para los voluntarios integrados pertenecientes a este servicio de emergencias que en 2005 estuvieron desplegados en el sureste asiático, tanto en la zona indonesia de Banda Aceh como en Sri Lanka y que intervinieron en los últimos terremotos de la zona de Bam en Irán, Pisco en Perú y Alhucemas en Marruecos y también en las inundaciones registradas el pasado añoen Guatemala y Haití

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