Ernesto Pérez, oficial de la Policía Local de Cádiz, ha cumplido cuarenta años de servicio. Formado y experimentado en salvamento, ha participado como integrante del primer grupo de agentes que se ha desplazado desde la capital gaditana a la localidad valenciana de Benetúser para colaborar en materia de tráfico y seguridad tras quedar devastada por el temporal de hace una semana y media. Y reconoce que jamás se había enfrentado a nada tan duro.
Hoy ha vuelto a casa para dar relevo a otra docena de compañeros que, como él, de manera voluntaria, arrimarán el hombro para paliar los daños causados por la DANA. En la retina tiene grabado el horror. “La realidad que encontramos es mucho peor que cualquiera de las imágenes que se han podido ver en prensa o en televisión”, asegura. “Vías del tren colgando, carreteras rotas, coches en posiciones inverosímiles, paisajes destrozados, caras de personas que deambulaban con la vista perdida..., como una película de ciencia ficción, de terror”, describe.
“Esto no se arregla con un cepillado”, remarca. No se trata de limpiar el lodo, de achicar agua, se trata de poner orden al caos más absoluto. En esto se han afanado. Por un lado, han regulado el acceso al pueblo de camiones con alimentos, suministros, equipamiento para arreglar edificios. Por otro, han llevado a cabo un reconocimiento aéreo pormenorizado de calles para priorizar y organizar actuaciones con la Policía Local de Benetúser. Pero, además, ha llevado servicios humanitarios. “Hay gente que lo ha perdido todo de verdad y necesitaba ayuda”, insiste.
Pérez valora el calor recibido por los uniformados y por los vecinos. “Nunca olvidaré el trabajo de los voluntarios y el cariño recibido”, dice, aunque reconoce que la catástrofe también ha sacado lo peor. “Una tienda de deportes fue desvalijada con el cadáver de una persona allí mismo”, relata. Y, finalmente, advierte de que lo sucedido en la Comunidad Valenciana debe servir para tomar nota: “Los planes de emergencia han sido papel mojado”.
