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“¿Gibraltar español, una utopía? Si no persigues las utopías, al final no las alcanzas"

Le ha tocado vivir muy de cerca todo el conflicto generado con las autoridades gibraltareñas, como alcalde de Algeciras y como vicepresidente de la Comisión de Asuntos Exteriores

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  • José Ignacio Landaluce, diputado nacional del PP y alcalde de Algeciras

José Ignacio Landaluce es una de las figuras clave del Partido Popular a nivel provincial. Tras una dilatada trayectoria como diputado nacional, el pasado 2011 se convirtió en alcalde de Algeciras, cargo que ahora mismo compagina con el del Congreso, en el que además ostenta el de vicepresidente primero de la Comisión de Asuntos Exteriores, lo que le ha concedido un lugar de privilegio a la hora de asistir muy de cerca a las negociaciones sobre un asunto que le atañe de manera muy directa: las relaciones de España con la colonia de Gibraltar.

—El clima de tensión ha crecido de manera notable en la Bahía de Algeciras por el conflicto pesquero con Gibraltar, la presencia militar en las aguas.... ¿por qué se ha llegado a esta situación?
—Porque la relación con la colonia de Gibraltar cambió radicalmente a causa de la postura que tenía el Gobierno de Rodríguez Zapatero y su ministro de exteriores Miguel Angel Moratinos, que fue nefasta para todos, a causa de una permisividad total para con Gibraltar, por tierra, mar y aire, siempre en perjuicio de los intereses de España y del Campo de Gibraltar, y con una capacidad que se le dio de ser un igual entre iguales, es decir, se colocó a una colonia a la misma altura que el Estado español y que el británico, con lo cual en una mesa negociadora había tres banderas, tres voces y la capacidad de voz, voto y veto, lo que ha terminado perjudicando a los intereses de España, porque si alguien no está de acuerdo en una serie de situaciones, no puedes permitir que un tercero, que siempre estará en discordia, tenga la misma capacidad que tú, porque pierdes posibilidades en una negociación, incluso ante unos tribunales de justicia ante los que puede demostrar que mantiene una actitud de nación soberana.


—El nuevo Gobierno ha dado pasos al respecto, pero eso no ha evitado que se reduzca la tensión, en perjuicio además del sector pesquero de la Bahía de Algeciras…
—-El nuevo Gobierno de España lo que ha conseguido, para empezar, es que en esas mesas de negociación ya no haya solo tres voces, sino cuatro, de manera que la cuarta sea el propio Campo de Gibraltar, porque se ve influenciado por el entorno y por las actitudes y situaciones que se puedan producir a uno y otro lado de la verja. Pero vista esta nueva situación, y con la victoria en las urnas gibraltareñas de los socialistas de Fabian Picardo sobre la candidatura del entonces ministro principal Peter Caruana, se ha pasado a una actitud de beligerancia no solo verbal, sino con una actuación para con los pescadores españoles de La Línea y de Algeciras que pescan en los caladeros que tradicionalmente han pescado sus padres y sus abuelos, y que deben de poder pescar ellos y sus hijos. Hay que tener en cuenta que no se puede pescar en toda la Bahía de Algeciras porque es muy profunda, y el único lugar donde puede hacerse es en la plataforma cercana a Gibraltar. En este sentido, lo primero que se hizo fue fastidiar a España con una excusa medioambiental, y hacerlo sobre la cabeza de los más desfavorecidos, que son los pescadores, un sector humilde formado por unas 300 familias cuyo sustento es la labor que desarrollan con sus 70 pequeñas embarcaciones. Se hizo impidiéndoles pescar, con actitudes agresivas, irresponsables en la mar, arrastrando redes… Esa actitud que empezó Picardo sobre los pescadores es fuera de toda lógica, porque además en Gibraltar no hay pescadores, los que hay practican la pesca deportiva, pero no como negocio o sustento, y además los primeros que cuidan los caladeros son los propios pescadores, porque son los primeros que quieren que sus hijos puedan seguir pescando en el futuro.

—¿Y cómo valoran desde el Gobierno el pulso que se vive actualmente con el nuevo ministro principal de la colonia?
—La cuestión es que no sabemos si el problema está en que al ser un gobierno de coalición hay facciones que obligan a Picardo a mantener una actitud determinada ante España, o bien que es un maestro en la estrategia y nos está engañando a partir de una actitud en la que dice que quiere buscar el acuerdo y el diálogo, pero en realidad pretende distanciarse con respecto a los acuerdos que el anterior gobierno de Caruana cerró con los pescadores españoles y tener la notoriedad que necesitaba una vez alcanzado el poder. Yo sinceramente es que todavía no lo sé. Quiero cree en la bondad de Picardo y que quiere alcanzar un acuerdo para permitir que los pescadores españoles sigan pescando en esas aguas, pero lo que yo hablo con él no tienen nada que ver con lo que demuestran después los hechos. Le he pedido por activa y por pasiva que no bloquee a estas personas, que piense que él que no tiene paro, porque hay un 1% de paro en Gibraltar, no puede estar fastidiando a quien se quiere ganar el pan en una actividad tan dura como es la mar. Espero que cambie la actitud, que propicie el acuerdo y dé una solución a un problema que él mismo creó.

—Llama la atención el papel del Gobierno británico, como si nada de esto tuviera que ver con él, ¿están decepcionados con la postura mantenida hasta ahora?
—Yo creo que los ingleses están incómodos, porque quieren tener buenas relaciones con España, que es un país aliado y amigo, con el que tienen muchos puntos en común, y creo que son los primeros interesados en que se llegue a un acuerdo en el conflicto pesquero.

—El ministro García-Margallo defendía hace poco la necesidad de hablar con Reino Unido sobre la protección medioambiental del Estrecho Oriental sin entrar en consideraciones soberanistas. ¿Cree que esa premisa se va a cumplir? 
—En esta cuestión hay que tener en cuenta también las manifestaciones de otro de nuestros ministros, el jerezano Miguel Arias Cañete, como responsable de Medio Ambiente, a la hora de poner las cosas en su sitio con respecto a Gibraltar, porque una cosa es la cuestión diplomática y fiscal, liderada por García Margallo, de manera que no pueda haber una competencia desleal en el tema económico evitando que haya paraíso fiscal o que si hay un paraíso negro por lo menos que sea gris, para que deje de perjudicar principalmente al Campo de Gibraltar y a España, y otra cosa es la cuestión medioambiental, de manera que Gibraltar deje de hacer de su capa un sayo en la Bahía y en el Estrecho. En este sentido, hemos ganado una sentencia que reconoce que el mar territorial de las aguas que rodean la colonia gibraltareña tiene como responsable de su administración a España. Ahora vamos a un paso más, que es declararlo como zona de protección especial para que no se pueda hacer cualquier tipo de actividad por parte de Gibraltar. Qué perseguimos, por un lado controlar nuestras aguas, por otro evitar actividades que son perjudiciales para todo el mundo, caso del bunkering, porque ese almancenamiento de combustible para los barcos, en todos los países desarrollados, se almacena en tierra, de manera que si hay un accidente tienes más posibilidades de actuar para evitar que se contaminen las aguas, y resulta que Gibraltar almacena el combustible en dos inmensos buques gasolineras flotantes, anclados en la Bahía. Imaginen las posibilidades de accidentes a las que nos enfrentamos en estos momentos, porque esos buques contienen además tal cantidad de combustible que, caso de colisión con otro barco, tendríamos chapapote para toda la Bahía, norte de Marruecos, la Costa del Sol… el desastre medioambiental sería terrible. Y detrás de ese desastre medioambiental viene el económico, por la influencia turística de la zona.

—Antes hizo alusión a que Gibraltar está creciendo por tierra, mar y aire, ¿qué quiere decir con eso exactamente?
—Tiene su origen en esa permisividad total del anterior Gobierno de España a la que hacía mención, que fue el que dejó que Gibraltar creciera por tierra, mar y aire. Por tierra, con los rellenos, que han agrandado la superficie de la colonia; por mar porque se han apropiado de la mitad de las aguas de la Bahía, más tres millas hacia la cara de levante; y por aire porque con los vuelos que se supone que iba a haber con el resto de la península, se eliminó la restricción de cielo único europeo, y además la telefonía es tan potente que puede entrar en su teléfono móvil cuando se encuentre por la zona y pagar facturas fuera de todo lugar porque consideran que está usted en el extranjero. Independientemente del juego on line, porque usted juega en España a esos juegos pero el beneficio va a parar a una empresa radicada en Gibraltar que paga sus impuestos, con los euros de los usuarios españoles, en Gibraltar. Todo esto ha hecho que dar un paso atrás sea en estos momentos tan difícil, y eso es lo que está tratando de hacer este Gobierno en estos momentos.  

—Este mes se han cumplido 30 años de la reapertura de la verja. A la luz de esa efeméride, ¿qué balance hace de lo acontecido en este tiempo y en qué medida ha beneficiado o perjudicado al Campo de Gibraltar?
—La apertura de la verja era necesaria desde el punto de vista humano. Pero hay una teoría importante al respecto, sobre la posibilidad de que solo se abriera al tránsito peatonal y no al tráfico de vehículos y que se baraja de vez cuando, porque el crecimiento económico de la colonia ha ido en contra del de los habitantes del Campo de Gibraltar. El crecimiento debió de ser armónico a ambos lados de la verja, pero se le han dado tantos instrumentos de crecer a ellos que las diferencias ahora son enormes, como puede verse en el caso del empleo. El dinero corre por las calles de Gibraltar y no está bien. Por eso es importante que haya un compromiso en la apertura de la Verja, pero no que vaya en perjuicio de una de las dos partes. Nosotros le tendemos la mano, porque no queremos tampoco perjuicios para ellos, pero lo que no queremos es que su beneficio sea el perjuicio para el Campo de Gibraltar y para España. Queremos buscar caminos en común, pero sin abusos por parte de nadie.

—¿Lo de Gibraltar español ha quedado en utopía?
—Pero si nos persigues las utopías al final no las alcanzas. Hay posturas intermedias importantes, e incluso llegó un momento que estuvimos a punto de conseguir algo que era la cosoberanía cuando al frente del Gobierno estaba José María Aznar. Estuvimos a punto de caramelo. Faltó el canto de un duro. Pero se pueden plantear más opciones. Tal vez la recuperación del territorio no sea lo más importante, vale, pero hay posturas intermedias que se pueden alcanzar. Lo que no es admisible es la permisividad total, como ocurría con el anterior gobierno.  

—Cambiando de asuntos exteriores, pero no de provincia,  la elección de la base naval de Rota como sede del escudo anti misiles de la OTAN ha sembrado la preocupación entre la ciudadanía española, ¿por qué España no ha podido decir que no?
—Ese acuerdo es muy importante para España en cuanto a la protección, porque tienes que estar a un lado o al otro, no en medio, pero si además estás dentro, como en este caso bajo el paraguas de la OTAN, cuando menos habrá que buscar cuáles son los beneficios, y dentro de esos beneficios está la actividad militar y lo que generará para el entorno es actividad económica, empleo y protección. Tenemos una base militar en Gibraltar y no nos deja beneficios. Tengámosla en Rota y que genere actividad y beneficio, y ya se está notando, porque antes de que llegue el contingente se está viendo en temas de alquileres y nueva actividad económica, y eso se va a seguir viendo con el tiempo.

—Lo que no dejan de llegar a nuestras costas son las pateras con inmigrantes procedentes del continente africano, ¿será posible poner fin a este drama?
—Más que en nuestra comisión de exteriores es un problema que deben abordar otras comisiones, sin olvidar que es un problema de la Unión Europea, no solo de España. Es un problema de acuerdos con los países generadores de inmigración ilegal y sobre todo lo que hay que perseguir son las mafias que utilizan a todas estas personas y las someten al riesgo del cruce del estrecho en condiciones muy peligrosas. También debe haber un compromiso moral por parte de la Unión Europea que debe pasar por la generación de actividad económica en los países de origen de inmigración ilegal y en los países colchón del Magreb, de manera que sean capaces de absorber esa población inmigrante que necesita ganarse el sustento y crear equilibrio.

—¿Satisfecho con el resultado de la Cumbre Iberoamericana celebrada en Cádiz pese a determinadas ausencias emblemáticas?
—La imagen que ha dado Cádiz y España ha sido muy buena como país anfitrión, que está en la coordinación con estos países de habla hispana y no ha habido más que temas en positivo. Creo que hemos dado un buen ejemplo de nuestra tradición y de nuestros orígenes, y de cara a encarnar un presente y un futuro de la mano con los países iberoamericanos.

—¿Qué valor tiene la Marca España en el ámbito internacional en estos momentos? 
—El Gobierno español, dentro de la problemática heredada de administrar la crisis y buscar solución, una de las salidas es potenciar lo exterior, ayudar a nuestras empresas a conseguir contratos en otros países. Tenemos una gran marca que hay que poner más en valor, para ello contamos con una figura muy importante para hablar con los grupos políticos de sus propuestas y conocer las de los propios grupos, porque cinco cabezas siempre piensan más que una y veinte más que dos, y siempre se pueden aprender cosas en positivo. La marca pretende lanzar lo positivo que España tiene para vender lo que tenemos de atractivo en cuanto a empresa, iniciativa, turismo… porque tenemos un gran país que hay que poner en valor. Hay que recuperar nuestro orgullo y a partir de ahí crear una plataforma desde la que proyectar nuestra capacidad para generar actividad económica y empleo.

—Sin embargo, por el camino no paran de ponernos zancadillas, ya sea Mitt Romney, la presidenta argentina o el New York Times...
—Hay algunos que no son nobles ni agradecidos, porque creo que si hay alguien que tiene que estarlo es la presidenta de Argentina, y no está actuando con agradecimiento ni para con España ni para con las empresas españolas. Sin enmargo, lo que se hace es buscar enemigos externos para desviar la atención sobre sus problemas internos. Con respecto al New York Times, me pareció un artículo injusto, porque cualquiera que viaje a Nueva York se encontrará a indigentes buscando en la basura, y aquel artículo fue desafortunado, injusto, fuera de todo lugar y además es falso. A pesar de que tenemos a personas en la indigencia y los comedores sociales están colmatados, y que nos preocupamos de ellos y de los que lo están pasando mal, no es verdad lo que se está publicando ni lo que se está vendiendo en el exterior.

—La oposición tampoco lo ve mejor ahora que se cumple un año de gobierno de Mariano Rajoy, ¿qué balance hace usted de este año como miembro de ese gobierno?
—Heredamos una situación caótica y con datos engañosos con respecto a la que era. A medida que indagabas veías que era peor de lo que nos dijeron y las medidas han tenido que ser acordes. Nadie quiere poner medidas drásticas y penosas o que quiten bienestar a la sociedad, pero o ponemos pie en pared o esto se va a hundir más, y para reflotar esta nave es necesario poner en marcha medidas difíciles, pero que nos sacarán a todos adelante. Necesitamos un poco más de paciencia, comprensión y colaboración, y en esa colaboración no está el PSOE, que nos ocultó la crisis y los datos de la crisis. Y no quiero hablar ya de Andalucía, porque ni siquiera sus parlamentarios por la provincia han sido capaces de venir a Jerez, Cádiz o Algeciras a explicar esos presupuestos.

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