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Sevilla

La improvisación como norma para eliminar las barreras

Rampas sin las medidas mínimas ni espacio para girar o señalizaciones para ciegos que dirigen a un quiosco son algunas de las deficiencias detectadas por la plataforma Una ciudad para todos, que pide un plan estratégico al Ayuntamiento

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  • Fin del camino, el quiosco... -

Se intenta pero no se llega e incluso crean más problemas. Es el resultado de algunas de las obras que están realizando los distritos sevillanos con el fin de eliminar las barreras arquitectónicas, cuya “improvisación y falta de interés” provoca que, por ejemplo, una rampa con señales para invidentes lleve directamente al ciego a chocar con un quiosco. La denuncia pública la hace la plataforma Una ciudad para todos, en la que reclama al Ayuntamiento hispalense un plan estratégico de accesibilidad universal que evite estos problemas.

La plataforma, creada por diversas asociaciones de la ciudad y que ya protagonizó en época navideña la campaña de denuncia “Si tienes movilidad reducida... No te vengas a Sevilla por Navidad”, hace pública una denuncia de varios afectados sobre las recientes obras (diciembre de 2012) que se han llevado a cabo en el distrito Triana y que tienen claro que se ha repetido miméticamente en el resto de la ciudad, sobre todo por sus “importantes deficiencias de planificación”.

Una de ellas la definen casi como una “ratonera”: esquina Pagés del Corro con Rosario Vega, una bajada donde el acerado no cumple ni la anchura mínima no permite ni el paso ni el giro de una silla de ruedas, pero que además siempre está bloqueado por choches aparcados. Con estas características, señalan, la obra “resulta inservible”.

Las otras dos son obras son “singulares” ya que, si bien han estado bien ejecutadas en lo que se refiere a las marcas pododáctiles para marcar el itinerario peatonal a los invidentes y rampas a nivel sin escalones, la forma en la que han sido ubicadas la convierten en un peligro para un ciudadano ciego.

Así, en la calle Gonzalo Segovia esquina con Pagés del Corro, las marcas pododáctiles terminan en una papelera mal ubicada que dificulta el paso de los propios usuarios, “un problema muy extendido debido a la falta de políticas dirigidas a mejorar la accesibilidad universal por parte de Lipasam”, recuerdan desde la plataforma.

Y al fondo, un quiosco

En la última obra denunciada, el problema no es una papelera sino un quiosco. En la esquina de las calles Farmacéutico Murillo y Febo las marcas pododáctiles colocadas dirigen directamente al invidente hasta la esquina en la que está ubicado un quiosco, que además posee puntos salientes punzantes que pueden provocar contusiones al viandante, en lugar de marcar el itinerario habitual que utilizaría un peatón.

Estos tres claros ejemplos de ineficiente accesibilidad han sido remitidos a la plataforma una vez que han abierto la participación a todos los distritos de la ciudad para encontrar esos puntos negros que ya localizaron en el casco histórico y que superaban el centenar.

Han sido las primeras pero, como destaca uno de los portavoces de la plataforma, Pablo Barco, “nos tememos” que la situación se haya repetido en el resto de los distritos, donde se han realizado obras de eliminación de barreras arquitectónicas. “No se trata de hacerlas por hacerlas, sino de hacerlas con criterios de accesibilidad”, resalta Barco, más aún cuando se trata de invertir los escasos fondos que existen.

La plataforma ha mostrado su “preocupación por las políticas de accesibilidad universal puestas en prácticas por el gobierno municipal, marcadas por la improvisación y la falta de interés en solucionar los problemas de las personas con diversidad funcional”.

Para la plataforma, este tipo de obras “mal planificadas, que en ocasiones acaban siendo inservibles e incluso peligrosas para los usuarios, refuerzan la necesidad de aprobar urgentemente un Plan Estratégico de Accesibilidad Universal”, reclamado ya con anterioridad.

El veto, “papel mojado”

Sobre la Oficina Técnica de Accesibilidad, Barco señala que ni tiene “capacidad real”, con tres funcionarios a media jornada y un director, Juan García, que no comparte oficina y además es delegado de un distrito.

Juan Ignacio Zoido, en mayo de 2001, afirmó que García “va a tener los próximos cuatro años una misión fundamental: dirigir una oficina sin cuya firma no se sacará a concurso ningún proyecto ni se contratará ningún servicio que no cumpla con los requisitos de accesibilidad”.

El veto que prometía Zoido para la Oficina de Accesibilidad, para la plataforma Una ciudad para todos, “se ha quedado en papel mojado”.

#CiudadParaTodos¡YA!

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