Con una longitud de entre 75 y 80 kilómetros el acueducto romano de Cádiz es, además del más largo que se desarrolló en Hispania, uno de los más completos y complejos sistemas hidráulicos que se levantaron en todo el imperio romano, un "ingenio" que ahora busca salir del olvido.
Tras estudiar esta infraestructura durante cinco años, investigadores de la Universidad de Cádiz emprenden ahora un proyecto para dar a conocer y poner en valor la que se considera una de las infraestructuras hidráulicas más relevantes de la Hispania romana, un acueducto que recorre la provincia de Cádiz, desde la Sierra de las Cabras hasta la capital gaditana.
El coordinador del proyecto "Aqua Ducta", el profesor Lázaro Lagóstena, ha explicado que se trata de una iniciativa con la que el equipo multidisciplinar que ha investigado e investiga esta infraestructura quiere "sacar partido" de su conocimiento y devolver a la sociedad "la deuda" contraída con ella por haber podido estudiar este "ingenio" con dinero público.
Para empezar, el equipo va a emprender los trámites para que el acueducto romano de Cádiz pueda ser declarado Bien de Interés Cultural (BIC) y estudia diversos proyectos educativos e iniciativas para acabar con el desconocimiento que han detectado sobre esta infraestructura, incluso entre los vecinos de las ciudades y pueblos que atraviesa.
Desde el manantial de Tempul, a una altura de más de 400 metros y entre las localidades de Algar y San José del Valle, el acueducto se construyó siguiendo una ruta sinuosa para sortear las dificultades del terreno y que transcurre por localidades como Jerez, Puerto Real, Chiclana o San Fernando, hasta llegar a su objetivo, abastecer de agua a Cádiz.
Para saltar estas barreras en la construcción, se emplearon diversas soluciones constructivas, como sifones invertidos, túneles o minas a más de 25 metros de profundidad, canales de agua rodada, puentes, acueductos y una diversidad de elementos constructivos que lo convierten en uno de los más completos y complejos de todo el Imperio Romano y en uno de los cinco más largos.
No se sabe a ciencia cierta cuando y quien lo construyó porque aún no ha sido descubierta ninguna inscripción que de pistas de estos datos.
"Pensamos que podría ser del siglo I antes de Cristo", apunta el historiador de la UCA Lázaro Lagóstena.
Entonces Cádiz era una ciudad "muy poderosa e influyente" y por eso se pudo decidir esquivar el problema de su abastecimiento de agua -sus manantiales eran muy salinos por la cercanía en el mar- con una obra civil que "sería impensable" en otras localidades de menos peso, subraya el coordinador del proyecto.
Ingenieros, historiadores, arquitectos y hasta espeleólogos forman parte del proyecto que pretende seguir descubriendo los secretos de esta ingeniería "señera" de su tiempo.
La mayor parte de la infraestructura es subterránea, aunque tiene en la superficie restos, los más visibles en el Valle de los Arquillos, donde hay arcadas, pilares y torres.
El proyecto Aqua Ducta, una iniciativa subvencionada con 128.000 euros por la Consejería de Agricultura, Pesca y Desarrollo Rural de la Junta de Andalucía y por la Unión Europea a través del Fondo Europeo de Desarrollo Regional (FEDER), comprende la recopilación de toda la documentación de caracterización y contextualización del acueducto, redacción, diseño y maquetación de la Ruta del Acueducto romano de Gades, así como su difusión y divulgación.
Un trabajo ambicioso, aunque no tanto como el que se emprendió en el siglo XVIII cuando, según ha contado Lázaro Lagostena, "se intentó restaurar para abastecer a Cádiz".
El delegado en Cádiz de la Consejería de Agricultura, Pesca y Medio Ambiente, Federico Fernández, ha señalado que la Junta espera que iniciativas "innovadoras" se conviertan en "los pilares del acueducto" que debe comunicar a la Universidad y a las administraciones.