La denuncia la hizo el Predicador de la Casa Pontificia, el franciscano Raniero Cantalamessa, quien ante el Papa y miles de personas asistentes en la basílica de San Pedro a los ritos del Viernes Santo dijo que los cristianos deberían dar las gracias al promotor de la campaña, “ya que ha servido a la causa de Dios más que muchos de nuestros argumentos apologéticos”.
“(La campaña) ha mostrado la pobreza de sus razones y ha contribuido a sacudir muchas conciencias adormecidas”, añadió.
Cantalamessa afirmó que el mayor efecto del eslogan de esa campaña, expuesta en autobuses urbanos de Madrid, Barcelona, Londres y otras ciudades europeas no está en la premisa “Dios no existe”, sino en la conclusión “Disfruta la vida”.
“Se sobreentiende el mensaje de que la fe en Dios impide disfrutar de la vida, que es enemiga de la alegría y que sin ella habría más felicidad en el mundo”, subrayó el predicador, que agregó que el apóstol Pablo da una respuesta a ese desafío explicando el origen y sentido de todo sufrimiento a partir del de Cristo.
Y a este respecto manifestó que Cristo revelando la verdad de Dios “provoca a las fuerzas del mal y éstas llevarán a su rechazo y a su eliminación”.
Cantalamessa recordó que en los países de antigua fe cristiana la idea de sufrimiento y de cruz se asocia siempre a la de sacrificio y de expiación, “y ello ha provocado en la época moderna el rechazo de toda idea de sacrificio ofrecido por Dios y la misma idea de Dios”.
EL PAPA DICE QUE EL ROSTRO DE CRISTO SE REFLEJA EN LOS HUMILLADOS Y ENFERMOS
Benedicto XVI presidió este Viernes Santo en el Coliseo de Roma el Vía Crucis, en el que dijo que el rostro de Cristo se refleja en las personas humilladas y ofendidas, enfermas, solas, abandonadas y despreciadas y en el que reiteró su solidaridad con los afectados por el terremoto que ha sacudido Italia.
“Rezo con todos los que sufren por el terremoto de L’Aquila, rezo para que en esta noche oscura aparezca la estrella de la esperanza, la luz del Resucitado”, afirmó el Papa.
Como en años anteriores y para no fatigarle más, el Papa no llevó la cruz durante las catorce estaciones, presidiendo la ceremonia desde la colina del Palatino, frente al Coliseo, donde pronunció un discurso en el que subrayó que Cristo ha cambiado el mundo “no matando a otros, sino dejando que lo mataran clavado en una cruz”. “Cristo murió en la cruz por amor”, afirmó el anciano Pontífice.
Las meditaciones de las estaciones fueron escritas por el arzobispo indio Thomas Menamparampil, quien denunció en las mismas las persecuciones contra los cristianos, la desacralizacion de la vida pública, la opresión de la mujer y los numerosos pilatos que sigue habiendo en el mundo.