La exposición "Tesoros ocultos: Los manuscritos iluminados más valiosos de Europa" mostrará desde hoy en el Alcázar de Sevilla veintiún "clones" de códices y mapas antiguos de los que sólo se conservan un único ejemplar, desde el siglo X al XVI, y un volumen persa del XVIII.
Se les denomina "clones" o "casi originales" porque la técnica de reproducción es distinta al facsímil y mucho más fiel, según ha explicado a Efe el editor de estas copias, Manuel Moleiro.
Las páginas originales, reproducidas por fotografías de alta resolución se tratan posteriormente de manera informática hasta después de compararlas varias veces con las originales, conseguir una reproducción exacta que no elude las señales que el paso del tiempo ha dejado en papel o el pergamino -los taladros de la polilla se reproducen con láser, por ejemplo-.
Igualmente se reproducen las cubiertas originales, con el mismo tipo de piel, el mismo color y el mismo peso y textura, de tal modo que la reproducción completa de un códice se puede alargar hasta dos años, ya que también se fabrican expresamente las páginas de papel o pergamino, semejantes a las de cada original, de modo que las páginas de todos los "clones" son distintas.
Los poseedores de estos originales, las Bibliotecas Nacionales de Francia o Rusia, entre otros, han solicitado en ocasiones al editor Manuel Moleiro que reproduzca alguno de sus tesoros, bien porque su consulta es más demandada de lo que aconseja una correcta conservación o sencillamente para salvaguardar su pervivencia ante imponderables aunque sea en un "clon".
Fue el caso del "Theriaka y Alexipharmaka", del siglo X, que transmitió las enseñanzas del médico Nicandro, del siglo III antes de Cristo, conservado en la Biblioteca Nacional de Francia y que era consultado con mucha frecuencia.
Estos códices "son la especie en mayor peligro de extinción", ya que sólo se conserva un ejemplar de cada uno de ellos, según ha explicado con humor Moleiro, quien ha recordado que el año pasado la exposición que conmemoró en Francia los 800 años de San Luis no se mostró el original de la "Biblia de San Luis" sino su "clon".
Entre los ejemplares expuestos se halla una reproducción del denominado Atlas Miller -nombre de uno de sus últimos propietarios-, una colección de ocho cartas o mapas antiguos iluminados por los mejores artistas de la época y que incluye el mapa del Mundo que Manuel I de Portugal regaló al emperador Carlos V antes de que saliera la expedición de Magallanes que efectuará la primera circunnavegación del Planeta.
En ese mapa se aprecia que los mares están rodeados por masas continentales, de tal modo que el contacto entre Europa y el lejano Oriente no sería posible por mar, ya que la idea del monarca portugués era desalentar al emperador para que financiara la aventura de Magallanes, en una muestra de que la cartografía fue también un arma política.
Para la muestra ha sido igualmente seleccionado el "Libro de la Felicidad", de 1582, mandado hacer por el sultán Murad III, una obra que reúne tratados de astrología, tablas de concordancias fisionómicas, el Zodíaco, entre otras cuestiones, y que pasa por ser el libro más ilustrado del Islam, con dibujos que representan al propio Murad III.
Este libro islámico incluso reproduce cinco iglesias cristianas, además de simbología hebraica.
El "Libro de los testamentos" reúne en sus páginas las mejores miniaturas del románico, se conserva en la Catedral de Oviedo y los estudiosos coinciden en señalarlo como el códice más bello del siglo XII.
"El placer de las mujeres" es la obra más joven cuyo "clon" se muestra en la exposición, un libro persa conservado en París pero que alude a enseñanzas de la antigüedad, como las que indican las horas y días más propensos para el placer femenino, así como la clasificación en cuatro tipos de las mujeres.
"El libro del tesoro" contiene 115 miniaturas, todas enmarcadas en oro, su autor fue Brunetto Latino, maestro de Dante, y se conserva en San Petersburgo, junto a las nutridas colecciones de códices que Catalina la Grande compró a los países europeos mientras estos hacían sus revoluciones.