El Puerto busca su icono, el logo que aúne la carta de presentación turística para los próximos años. Atrás quedará el Vaporcito, otrora referente y el establecido en su día por la Diputación de Cádiz que adaptó a las distintas localidades gaditanas en la uniformidad institucional.
El Puerto lucía para sí y como reclamó turístico el emblema más representativo y clásico al mostrar a la motonave como tarjeta de visita. Así lo fue haciendo durante años hasta que con el hundimiento del Adriano III, el Área de Turismo decidió que, sin éste ya operativo, era cuestión de cambiar y romper radicalmente la estética y hacer el logo mucho más vanguardista y más creativo.
De la imagen habitual, iconográfica y hasta melancólica del Vaporcito, la estética de unos trazos coloridos encontró desde un principio opiniones encontradas. Los defensores de lo tradicional y de la inmortal estampa del que había venido acompañando a generaciones enteras en sus travesías de El Puerto a Cádiz, se opusieron a los que veían la ocasión perfecta de dar el salto a nuevos mercados y abrir una nueva etapa que sirvieran para revertir una mejor apuesta turística y una respuesta mucho más positiva. Con el tiempo no consiguió ni lo uno ni lo otro.
La polémica fue en aumento al irse conociendo, no sin dificultades, los detalles de la gestión y la contratación. Las explicaciones dadas con un malabarismo lingüístico, se pretendió, sin suerte, justificar la nefasta operación realizada. Éstas, más que aclaratorias, ennegrecieron más si cabe el rumbo y señalando la fecha de caducidad de un logo que había sido la marca de una radio francesa, entre otras.
Después de destacarse, en su defensa, que dicho logo no era ni tan exclusivo ni tan original y ni mucho menos tan gratuito, tal y como se había anunciado. El logo quedó tocado y hundido, preso de las críticas que se incrementaron al conocerse las mentiras y medias verdades que le fueron acompañando desde su creación.
Es por ello que el Ayuntamiento actual ha establecido un concurso participativo que reúna y democratice una elección de la que hasta la fecha ha obviado la participación de los colectivos y particulares. Nuevas maneras y distintas formas que deban dar con un logo que sirva para dar de una vez con un distintivo claro e integrador. Esa es la teoría. Y sin polémicas.
El turismo, el que en menor o mayor medida ha sido el auténtico motor económico de buena parte del entorno gaditano, en El Puerto, aún, y a la espera de medidas profundas y reales para recuperar el tiempo perdido, se encamina en la última década en la búsqueda de un logotipo turístico representativo. El tercero.
Detalles que ponen de manifiesto que el camino emprendido debería centrarse más en captar y adaptar una oferta hotelera y turística más acorde, que en conseguir como primera opción un simple logo. Un simple detalle y un mero formalismo que debiera quedar en eso.
De entre las bases del concurso y de las que marca el premio, establece que el logo quedará registrado para un uso institucional, pero lo más y significativo y elocuente es que estos gastos correrán a cargo del premiado; el que finalmente sea acreedor de dicho honor.
Los gastos en el registro de marcas serán para él. Por tanto, el vencedor obtendrá el reconocimiento de ser el autor del sello turístico, pero también el que deba abonar, sí o sí, un premio ganado que cederá obligatoriamente a la ciudad.