La vida no es fácil en la mayoría de los casos. En otros muchos, es realmente dura. Y, en ocasiones, nosotros mismos lo complicamos todo con nuestras decisiones, acciones, actitudes y compañías. Y si no, que se lo pregunten a Isabel. A esta algecireña de 37 años le queda una semana escasa de libertad.
Llega a nuestra cita nerviosa, le tiemblan las manos al enseñarnos los papeles que trae. Tiene una historia que contar más propia de una película que de la vida real. Porque, en su caso, todo se complicó demasiado...
Sabe que no sirve de nada contar su historia. Ha sido condenada a 10 meses de prisión. Fue acusada de malos tratos por su hijastra, aunque ella lo niega rotundamente. Quizás relatar el calvario que lleva vivido, y el que se le viene encima, sirva para aliviarla, pero para poco más... Nada podrá evitar que el 1 de febrero ingrese en el centro penitenciario de Alcalá de Guadaira. “Mi pena más grande es que dejo a mis tres hijos fuera y a la pequeña, de solo 13 meses, la llevo conmigo porque tengo miedo de que me la quiten los Servicios Sociales o la familia del padre”.
Tiene que cumplir la pena de cárcel porque es ya la segunda ocasión en la que la acusan de malos tratos. La primera vez fue su propia hija. “Reconozco que le dí un tortazo porque ella me pegó. Me pusieron una pena de 8 meses, que no tuve que cumplir, y como su padre estaba en la cárcel se fue con su abuela los dos años de alejamiento que dictó el juzgado”, explica.
Regresó a casa el 16 de diciembre del año pasado “y desde entonces estamos muy bien”. Con la nueva denuncia, de su hijastra, el juzgado obliga a Isabel a entrar en prisión, por ser reincidente en el mismo delito y considerarla “agresiva”.
Una pareja complicada
Isabel conoció al padre de su hija pequeña, la cuarta, en enero de 2014. “Al mes me quedé embarazada, sin apenas conocerlo”.
El 4 de diciembre él le pidió que lo acompañara al juzgado. “Me dijo que tenía un juicio por lo penal grave, pero nada más”. Cuando llegó al juzgado fue su abogado quien le contó los cargos que se le imputaban al padre de su bebé que iba a nacer. “Me dijo que estaba siendo acusado de abusos sexuales a una menor de manera reiterada. Era su hijastra, la hija de su ex mujer. Cuando entré en la sala supe que la niña decía la verdad, porque relató episodios de lo que él le hacía y era lo mismo que él me pedía a mí en la cama. Aún así, seguí con él porque mi hija estaba a punto de nacer”.
Fue condenado, según nos cuenta, a una pena de tres años y medio de prisión y el pago de una indemnización de 6.000 euros. Eso no fue motivo suficiente para que Isabel lo alejara de su vida... Su bebé nació el 16 de diciembre de 2014 y él ingresó en el centro penitenciario de Botafuegos, en Algeciras, en febrero de 2015.
“Al poco tiempo de empezar nuestra relación”, explica, “una de las hijas de él me denunció por malos tratos. Yo creo que tenía celos de nuestra relación. Él le pidió que retirara la denuncia, pero no lo hizo. Ahora he sabido que esta niña también había denunciado a su padre por abusos sexuales”.
A pesar de la denuncia, y de tener ya una condena que incluía una orden de alejamiento, cuando el hombre entró en prisión “la Junta de Andalucía dejó a mi cuidado a los tres hijos de él, porque la madre los había abandonado y había firmado el desamparo”. Isabel se vio en casa con 6 niños y sin trabajo. Logró, al menos, que la Junta pusiera a su nombre la vivienda social de San José Artesano en la que había convivido con su pareja antes de ser encarcelado. En septiembre contactó con Asuntos Sociales porque no soportaba la situación tan complicada, con agresiones de una de las menores hacia ella, y se llevaron a los tres a un centro de acogida de Chipiona.
Amenazas y sangre
Finalmente, el 30 de diciembre, Isabel decidió romper su relación sentimental. “Asuntos Sociales me dijo que eligiera: la niña o él, por riesgo a que le hiciera algo a la pequeña”. Desde entonces, asegura, “no para de llamarme y enviarme cartas. Algunas escritas con sangre, porque dice que me quiere tanto que no sabe cómo demostrármelo”.
El pasado jueves, atemorizada por lo que pueda hacerle “él o su familia, de quien también he recibido amenazas”, presentó una denuncia. El viernes se celebró el juicio rápido. “Van a dictar unas medidas provisionales para darme a mí la guardia y custodia de nuestra hija y a él le pondrán una orden de alejamiento para que no pueda llamarme más”, indicó a VIVA tras la vista.
En enero Isabel comenzó a trabajar en el cementerio a través de uno de los planes de empleo de la Junta. No podrá terminar el periodo. Antes debe ingresar en prisión. “Me quiero morir de pensar que tengo que dejar a mis niños fuera. No sé lo que les puede hacer esa familia y yo, desde la cárcel, no los puedo proteger”. Tiene claro que una vez cumplida su condena, desaparecerá.
Quizás comience entonces una nueva vida para Isabel...