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sociedad

Campañas equivocadas

Si hay un mundo que se mueve rápido, es el de la marihuana. Y si hay uno que no puede esperar, es el de la investigación médica

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  • En el laboratorio -

Si hay un mundo que se mueve rápido, es el de la marihuana. Y si hay uno que no puede esperar, es el de la investigación médica. Por eso, cada paso que se da en materia de lucha contra el narcotráfico o cada vez que se relaja alguna ley para dar cabida a nuevos estudios sobre el cannabis medicinal, la mirada debería estar puesta en la educación y la información. Y no nos referimos a saber si las sweet seeds son el mejor banco de semillas feminizadas o si el consumo recreativo está permitido en Colorado, sino a conocer los efectos reales de esta sustancia en los jóvenes (ya que son el consumidor típico de esta sustancia que más preocupa a nivel sanitario y social) y a cómo educarles en un consumo responsable, al igual que se hace con el alcohol y el tabaco.

Esto es irónico tratándose de dos “drogas blandas” que ya han demostrado sobradamente sus efectos nocivos sobre la salud. La polémica ha estallado en Australia tras la emisión de unos anuncios que comparan los jóvenes con perezosos (los animales) y que son tan absolutamente condescendientes que hasta el primer ministro de NSW, Mike Baird, se ha mofado de ellos en su cuenta de Twitter. Desde luego, los jóvenes tienen hoy en día un enorme acceso a la información, y si hay un nicho de negocio, investigación y estudio en el que la claridad y la transparencia es importante es en cualquiera que esté relacionado con las drogas consideradas “blandas”, siempre en el límite de la legalidad.

Por eso este anuncio es tan penoso: compara a los jóvenes con un animal balbuceante y ridiculiza los efectos de la marihuana exagerándolos y convirtiéndolos en algo muy lejano a la experiencia real, en la que hombres y mujeres eligen esta sustancia para recrearse, curarse o simplemente experimentar desde la información y el cuidado por si mismos y los demás. Una información veraz sobre sus efectos  y su consumo abusivo puede ser mucho más efectiva como campaña que la estigmatización y la hipérbole. 

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