La Hermandad de Bondad y Misericordia abrió en la tarde de ayer la Semana Santa de Jerez, en una salida procesional que sirvió para poner de manifiesto cómo la joven corporación nazarena se sobrepone a la adversidad que ha venido padeciendo estos últimos meses en forma de desahucio de la que debiera ser su sede canónica.
Es posible incluso que la de ayer fuera la única jornada del último año en la que los cofrades de Juan XXIII se sintieran verdaderamente a gusto, ya que se encontraban en su hábitat natural: la calle.
Y la calle respondió a la convocatoria a pesar de enmarcarse la salida procesional en la inusual jornada del Jueves de Pasión, día laborable y de vísperas de casi todo. Detrás de esa respuesta -a qué negarlo- puede ocultarse también un deseo irremediable de disfrutar cuanto antes de la presencia de cofradías en la calle por si acaso se cumpliesen las predicciones meteorológicas que ponen en entredicho el inicio de la Semana Santa.
El cortejo de nazarenos de la Hermandad de Bondad y Misericordia se puso en la calle al filo de las cinco y media de la tarde, poniendo rumbo al que -mal que les pese a algunos- va a seguir siendo para siempre su barrio de origen. El único paso de la cofradía -que empieza a plasmar el Lavatorio de Pies de Jesús a sus apóstoles- buscó el Arco de Santiago para a continuación subir Taxdirt y presentarse ante el Hospital de San Juan Grande, precisamente el lugar que la hermandad debe abandonar a instancias a la Orden Hospitalaria.
Ya después se plantó en Juan XXIII, cuya parroquia está cerrada a cal y canto a estos jóvenes cofrades; y más tarde en San Juan de Letrán, donde realizó la estación de penitencia.
La cofradía incorporó a su misterio una imagen del apóstol Santiago -de Ana Rey y Ángel Pantoja-, contando con el acompañamiento de la Agrupación Musical San Juan. Un año después, Bondad y Misericordia sigue literalmente en la calle, el lugar en el que ayer inauguró la Semana Santa de Jerez.
