El programa del avión de transporte militar A400M que se ensambla en Sevilla absorberá este año unos 1.000 millones de euros de flujo de caja de Airbus, como en 2017, y seguirá teniendo un impacto negativo en 2019, aunque menor, antes de que pase a ser positivo a partir de 2020.
Esta es la previsión que hizo hoy el director financiero de Airbus, Harald Wilhelm, en la presentación de los resultados financieros de Airbus en 2017, un ejercicio en el que una vez más se tuvo que establecer una provisión por el A400M, en este caso de 1.299 millones de euros.
Con ésta, se ha llegado a 8.300 millones de euros de provisiones acumuladas en un programa lanzado en 2003 que y, según reconoció implícitamente la empresa, no será la última.
El consejero delegado, Tom Enders, se esforzó en transmitir el mensaje de que con el principio de acuerdo suscrito el pasado 5 de febrero con los siete países del programa, "lo peor ha quedado detrás".
Ahora se va a negociar con esos siete países una reconfiguración de los contratos para fijar "en los próximos meses" un nuevo calendario que integrará aplazamientos en las entregas acoplados a compromisos por parte de Airbus sobre la puesta a punto de los equipamientos militares que cada uno ha encargado.
La empresa quiere evitar así, a toda costa, que se le impongan penalizaciones por esos retrasos y establecer "una hoja de ruta clara" con la que "la exposición residual de Airbus de cara al futuro sea más limitada".
En la planta de ensamblaje de Sevilla, eso se va a traducir, en primer lugar, en una reducción de la cadencia: de los 19 A400M que se produjeron allí en 2017 (habían sido 17 en 2016) se pasará a 15 en 2018 y a 11 en 2019.
Este programa militar fue, una vez más, el gran agujero en las cuentas de Airbus que, por lo demás, tuvieron un comportamiento claramente positivo en 2017, con un aumento del 189 % respecto al ejercicio precedente, hasta 2.873 millones de euros.