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San Fernando

Porque un tendero no es suficiente para salir vivo de la globalización

Cuando peor lo pasa es cuando cierra un comercio histórico en San Fernando. “Para mí es un día muy triste”, dice Francisco de Paula García... 'Bozano'.

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Ya se puede visitar y admirar, recordar, recrearse. Los 95 años de actividad de Librería Bozano, en la tienda que está al principio de la calle Rosario, donde Francisco de Paula García Barroso comenzó limpiando los cristales de la tienda hace más de 60 años, se celebran hasta junio, pero las actividades han comenzado con una exposición de seis temáticas distintas.

Una exposición de libros de texto antiguos que se puede ver desde la calle. Otra de libros con más de un siglo de vida de diferentes temáticas que se ven en en el interior, entrando a la derecha...

Un libro de firmas que servirá para recoger el testimonio de la ciudad de San Fernando, de sus ciudadanos, muchos de ellos testigos de los tiempos y clientes de Bozano, de García Bozano, con los apellidos del fundador hasta recortar el nombre y hacerlo más comercial: Librería y Papelería Bozano.

Pocos saben que Bozano, la persona a la que conocen como tal, se llama en realidad Francisco de Paula García Barroso, que Bozano le queda de tercer apellido; que García Bozano fue su padre. Y es que la marca se ha tragado al nombre.

Él aprovecha cualquier oportunidad para dar las gracias a la ciudad porque fidelidad, porque gracias a sus clientes se van a cumplir 95 años  que quiere celebrar “por si no puedo celebrar los cien”.

Está bien ser agradecido, pero a nadie se le escapa que para que una librería esté abierta en estos tiempos, cuando el papel se considera casi un objeto de museo, detrás de ese negocio ha tenido que haber un empresario, no un tendero. Tenderos hay muchos.

Y reconoce que en estos treinta últimos años los cambios se han producido a una velocidad vertiginosa que ha obligado a reinventarse casi cada día. Primero por la llegada de los ibook, de las tabletas, los ordenadores...

Luego por los cambios en el comercio, la implantación del comercio electrónico y los gigantes de las ventas como Amazon que han obligado a una travesía del desierto al pequeño comercio. Y donde está todavía.

Francisco de Paula García Barroso, sin embargo y sin negar lo vivido, porque “estos últimos años han sido muy malos para las librerías porque lo han sido para las editoriales, las distribuidoras y los libreros. Y los autores.

   

Y le brillan los ojos

Muchos se hubieran rendido o muchos lo hicieron hace tiempo, pero García Barroso, con 83 años cumplidos, todavía tiene el brillo en los ojos cuando asegura que la unión de todos los pequeños y medianos contra los grandes está consiguiendo avances significativos.

Antes cuando pedían un libro se daba de plazo doce días, ocho días... “Ya se está consiguiendo que llegue en 48 horas o en 24 horas”. Lo único que les falta es que el libro llegue directamente al domicilio del cliente. 

Más de 60 años trabajando desde que terminó los estudios y el servicio militar, “que fue muy cortito” y sigue teniendo al libro en un pedestal porque es un instrumento para llorar, para reír, para viajar...

“Ha sido un sacrificio porque me gusta, pero también para darles a mis hijos lo que tienen”. Siete son, todos universitarios “y ganan más que yo trabajando menos horas”.

Ahora es su hija Cristina la que lleva las riendas pero Francisco de Paula García Barroso sigue estando en la librería a las ocho y media de la mañana como quien asiste a una obligación que ya no tiene. O quizá sí.

Recuerda aquellos tiempos en los que la comunicación era mucho más lenta, a expensas de los periódicos nacionales que llegaban con un día de retraso. Aquellas tardes de domingo cuando El Mirador de San Fernando lanzaba una hojilla con los resultados de los partidos. O la Hoja del Lunes, el periódico que editaba la Asociación de la Prensa porque entonces en los diarios descansaban los domingos. Ya no.

Desde la seis y media de la mañana hasta las ocho y media, cuando por la calle Rosario y la calle Real habían pasado cientos de personas que iban a sus trabajos en la Bazán, en San Carlos, en la Carraca... se vendían más de 400 periódicos.

Su padre lo puso a limpiar cristales y le cayó la gorda una vez que le endosó el cometido a un empleado. Su padre le recordó cuál era su categoría profesional y su cometido hasta que se ganara los galones.

Con esa filososía, desde abajo, fue creciendo el negocio y en 2020 cumplirá medio siglo la papelería y librería de la calle Real, esquina a calle Dolores. Así ha sorteado estos años de cambios drástricos y así sigue viendo el futuro un hombre que se crió y se creó entre libros.

“Unos padres que leen tienen unos hijos que leen”, dice pensando en que el libro de papel no está acabado. Las grandes marcas estánhaciendo obras maestras que llaman la atención de los niños y eso supone sembrar el futuro de nuevos lectores, “aunque lean un TBO”, ahora llamado cómic.

Y muchos padres que no han leído son conscientes de que lo que se perdieron y no quieren que se lo pierdan sus hijos. Y los maestros obligan a la lectura a sus alumnos... Y todo comienza a tener color.

 

Al  club de los centenarios

Cuando peor lo pasa es cuando cierra un comercio histórico en San Fernando. “Para mí es un día muy triste”. Es como si se llevaran algo propio, un trozo de su vida. Y en verdad se llevan un trozo de la pequeña historia de la ciudad.

La Pastelería La Victoria es el único establecimiento centenario con una única familia al frente. La Mallorquina es más antigua pero con distintas familias. Y el cierre de Lencería Ramírez fue un aviso a navegantes, no por la crisis en sí sino porque era el último tras el mostrador.

Bozano va a entrar en el club de los centenarios dentro de poco y mientras siga abierto -y está en buenas manos- será depositario de una buena porción de la historia de San Fernando. Se asociará a García Bozano una de las Feria del Libro de más categoría de los alrededores, que no es poco.

Los actos llegarán al 30 de junio pero en los primeros días ya han dejado constancia de la acogida de las exposiciones que a muchos de los que entran o las ven en el escaparate les recuerdan a su infancia, sus libros de texto, las libretas, las plumillas...

No son reediciones sino los primeros que llegaron y algunos estarán a la venta, aunque Bozano se quedará con un remanente como depositario que es de esa actividad editorial.

También los periódicos de la ciudad que se han vendido sobre los mostradores de sus tiendas, desde Diario de Cádiz,  El Mirador de San Fernando o San Fernando Información... Los libros religiosos y devocionarios; ejemplares que no se encuentran salvo en contadas librerías...

El Día Internacional del Libro será el día clave porque además de la efeméride de ese 23 de abril será la celebración del aniversario con la presencia de las autoridades locales. A partir de ahí están invitadas las asociaciones locales, provinciales, estamentos provinciales y nacionales y público en general.

Un libro de firmas que ya es en sí una obra de arte servirá para recoger la asistencia de cada uno que quiera dejar su huella en este aniversario  

 

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