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Provincia de Cádiz

Paterna, donde el mejor flamenco y la cocina se dan la mano

Toro y caballo completan las señas de identidad de un pueblo que lleva demasiado tiempo sin polígono industrial y con malas carreteras

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  • Paterna, que contó con dos balnearios hasta 1920, aspira a recuperar el negocio en torno a sus aguas minero-medicinales -

Contra el mal bajío de la petenera y acerca de su origen geográfico se ha escrito mucho para desmentir una cosa y aclarar la otra. De entre todas las teorías vertidas sobre ambos aspectos, dos: los cantaores regulares echan mano de la superstición y de todo cuanto se ha dicho sobre su sombrío nacimiento en torno a la figura de una artista “sembradora de desgracias” en cuestiones amorosas para evitar un palo complicado, que exige unas dotes con las que pocos cuentan; por su parte, Camarón de La Isla, con Paco de Lucía a la guitarra, disipó cualquier duda al respecto de la cuna de este particular cante, con raíces hebreas, según algunos, de ida y vuelta, sostienen otros: “En la provincia de Cai/ha nacío la petenera/en un pueblo que le dicen/Paterna de la Rivera”. A ver quién está dispuesto a llevarle la contraria al genio de San Fernando. De todas formas, las 45 ediciones que cumple el concurso internacional en el próximo año 2020 dan buena prueba de que la localidad y la petenera están indisolublemente unidas y que lejos del infortunio, la petenera solo ha dado alegrías a un pueblo que es referente en el flamenco.

Por el concurso y por nombres propios de la talla del Perro de Paterna, Rufino y El Niño de la Cava. Un trío que, además de dejar un legado artístico de incalculable valor, dio de comer en sus respectivos restaurantes y ventas a vecinos y visitantes con hambre de arte. El inicio del concurso es anterior a la llegada de la Democracia, pero ha sido en estos años cuando ha alcanzado el renombre y se ha consolidado como una cita ineludible para los aficionados. Junto al flamenco y la gastronomía, los toros y los caballos, con los herederos de Cebada Gago como referente, completan la lista de señas de identidad de un pueblo que, por los avances que ha experimentado, no tiene nada que ver hoy con la Paterna de hace 40 años. Aunque sigue teniendo demasiadas asignaturas pendientes.

Si bien es cierto que el nuevo régimen de libertades ha permitido a los vecinos disfrutar de mejores servicios, sanitarios y educativos especialmente, también lo es que Paterna sufre un déficit importante por la falta de un polígono industrial para el desarrollo de la economía ligada, entre otras actividades, a su pujante industria agroalimentaria. La coyuntura tampoco ha sido favorable en los últimos tiempos, con la señera empresa Sabores de Paterna envuelta en un escándalo sanitario por exceso de celo de la Administración. Los vecinos se volcaron con la familia propietaria y, tras meses sin que las calles del pueblo olieran a chicharrones, se celebró una feria gastronómica que ha hecho olvidar el mal bocado de un error burocrático. Aunque el daño ya está hecho. En cualquier caso, la actividad en torno a los productos del campo, la agricultura y ganadería, es indudablemente una de las principales bazas de cara al futuro de una localidad que, como la mayoría de los pueblos, precisa de iniciativa privada para fijar la población con empleo de calidad y estable.

Un proyecto municipal que tampoco termina de arrancar, pese a estar en la agenda de los últimos alcaldes, es el de la recuperación del negocio en torno a las aguas minero-medicinales. En el siglo XIX, Paterna tuvo dos balnearios de aguas sulfurosas que, a partir de 1920, fueron decayendo hasta desaparecer. Este recurso natural es una esperanza para que Paterna se enganche al sector turístico con un atractivo único. Su ubicación geográfica también es un valor. Pese a no estar conectada directamente a la autovía Jerez-Los Barrios, la cercanía con las dos bahías y Jerez permite a sus vecinos continuar residiendo en la localidad y trabajar en astilleros, establecimientos hoteleros de la costa y en el sector servicios en general en ciudades de mayor población.

La mejora de la oferta formativa es, por lo tanto, una de las principales demandas de este municipio junto a la puesta a punto de la red viaria. Sin especialización, no hay empleo; sin carreteras seguras, lo que está en juego es la propia vida. El penúltimo accidente en la A-389 que conecta las comarcas de La Janda y la Sierra con la costa de Chiclana y Conil ha crispado los nervios de unos vecinos que esperan desde hace mucho tiempo un poco de mimo de la clase política.

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