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Miguel Arias; de nombre de combate: ‘Cañete’

En 1981, Hernández Mancha le propuso “montar la derecha” en Andalucía. Fue el punto de partida de una carrera política por la que le han homenajeado en Jerez

  • Miguel Arias Cañete, durante el homenaje recibido en Jerez -

Cuando Miguel Arias aprobó las oposiciones a abogado del Estado, lo primero que hizo fue realizar un estudio sobre cuáles eran las mejores ciudades de España para vivir. El podio lo formaron San Sebastián, Palma de Mallorca y Jerez. Confrontó pros y contras y optó por el sur. En Jerez ejerció, en Jerez formó su familia y en Jerez -en la Feria del Caballo de 1981- aceptó el reto de “montar la derecha” en Andalucía, en lo que fue el inicio de una carrera política que terminó prolongándose por espacio de 38 años, hasta el pasado diciembre, cuando cedió el testigo como comisario europeo de Energía y Acción por el Cambio Climático. Quien le tentó en aquella feria fue Antonio Hernández Mancha, que este pasado viernes se encontraba entre los más de 400 invitados que se sumaron al homenaje brindado en su tierra adoptiva al también exministro, a iniciativa de un grupo de fieles amigos encabezados por Manuel Vázquez Gavira.

Faltó Mariano Rajoy, que envió un vídeo de felicitación para excusar su ausencia, pero sí estuvieron presentes exministras como María Dolores de Cospedal, Elvira Rodríguez e Isabel García Tejerina; la actual consejera de Agricultura, Carmen Crespo, así como una amplísima representación del partido a nivel provincial, y, muy especialmente, del mundo del campo en general, amén de familiares y allegados, congregados todos en las bodegas González Byass en torno a la figura de Miguel Arias, “de nombre de combate: Cañete”, como subrayó su hijo Miguel en la apertura de los discursos de reconocimiento y unanimidad que se fueron sucediendo hasta que el propio homenajeado tomó la palabra.

Miguel Arias recordó sus primeros años como abogado del Estado “de provincias”, su llegada a Jerez, su matrimonio con Micaela, la entrada en política, que también supuso un tiempo marcado por las “ausencias, la distancia y la soledad”, mas tiempo “bien empleado” en el desempeño de su labor pública defendiendo los intereses de la nación. Relató anécdotas, por supuesto, pero a medida que iba marcando los hitos de una trayectoria en la que sobresalen su concepción del desempeño de la labor política, sus ideales y su defensa de España. Con pasión y sin complejos.

“Le he puesto mucha pasión a la política, porque creo en la política y creo que hay que reivindicarla”, dijo el exministro. Se refería, obviamente, a la “Política”, así, con mayúscula, “porque si es de mediocres es una catástrofe, y hay que apreciar a los que hacen buena política”. En este sentido, hizo una defensa directa de los medios necesarios para el desempeño de la labor y, consecuentemente, contar con los mejores dotados para la misma: “La política hay que dignificarla, porque está mal pagada, denostada, y exige sacrificios familiares; y eso no conduce a nada”.

Y el ejercicio de la política como instrumento fundamental de toda democracia, lo que le permitió recordar lo sucedido hace ya muchos años en una campaña electoral que les llevó, puede que a principios de los noventa, hasta Puerto Serrano. “Nos subimos en un remolque, con un megáfono en mano, para dar nuestro mitin. Solo acudieron cinco personas. Al finalizar se nos acercó uno de ellos y nos dijo: Soy un demócrata y soy una persona muy formada. Vengo a los mítines de todos los partidos, y tengo que decirles que ustedes son los que mejor lo han hecho. Han dado argumentos muy convincentes y probablemente tengan hasta razón, pero les va a votar su puta madre, porque son ustedes un grupo de fascistas”. Para Arias, en esa sincera y cruda reflexión reside “la esencia de la democracia, en el contraste de pareceres”, que son los que le han empujado siempre a dedicarse a la política con el objetivo de “defender los intereses de España”.

España ya viene en mayúscula de serie. Por eso mismo, él opta por subrayar el término, convertido en concepto esencial a lo largo de su trayectoria, pero también desde la perspectiva del presente, incluso como espectador -preocupado, cabría añadir-, aunque opte por retratar el momento actual como una “etapa transitoria. España resurgirá”. Habrá en el gobierno actual, y entre los que lo han votado, quienes rechacen por completo su lectura, aunque solo si se entiende su visión como crítica, sin atender al lamento que encierra, al eco de lo que parece la eterna oportunidad perdida. Lo volvió a repetir en su discurso -no es la primera vez que lo comparte-: “España es un país que no sabemos el pedazo de país que tenemos. He viajado por todo el mundo, y os puedo decir que tenemos un pedazo de país. Si no lo destruyéramos, seríamos los amos del mundo”. 

Y queda el componente puramente ideológico: “Yo he sido de derechas de toda la vida”, admite, por si a alguien le quedaba algún atisbo de duda. “Cuando Fraga nos hizo democristianos, yo voté en contra, y él vino a pedirme explicaciones. Y se lo dije: yo soy de derechas de toda la vida. No soy progresista liberal, no soy centrista reformado. Soy de derechas”. Es más, María Dolores de Cospedal lo considera un “referente” de la derecha en España, y recordó la frase que le dirigió al partido cuando apostó por el giro al centro: “Estas modernidades vuestras de centro están muy bien, pero hace falta alguien como yo que os guarde las esencias”.

La encomienda inicial de su trayectoria política ya lo hacía evidente: “montar la derecha en Andalucía”, donde por aquel entonces solo tenían tres concejales en toda la provincia de Cádiz; uno en El Puerto, otro en San Roque y otro en Villamartín. De ahí a lograr en 1991 la alcaldía de Arcos -Juan Manuel Armario, que fue quien la consiguió, también se encontraba entre los invitados-, transcurrieron apenas diez años. Y tras Arcos, en 1995, llegarían otros gobiernos en muchos más ayuntamientos de pasado monocolor, entre ellos, el más notable, el caso de Cádiz, con Teófila Martínez al frente. “Ganamos donde nunca había ganado la derecha”, concluyó, con alusión directa a muchos de los que participaron en aquellas victorias electorales y que también se encontraban presentes, como la propia Teófila, María José García Pelayo, Fernando García Navarro, José Ignacio Landaluce, José Ortiz, Germán Beardo...

Así, a modo de resumen, para describir casi cuatro décadas de vida dedicadas al ejercicio de la política, de la que ya se ha apartado definitivamente para dedicarse a su familia y a ofrecer conferencias por el mundo. Pedro Barato, presidente de Asaja, ya le advirtió que siguen contando con él para que les asesore. “Cuánto necesitamos a tantos como tú hoy”, le confesó desde una admiración que implicaba un mal disimulo: la necesidad se antoja cierta. El campo ya echa de menos a Cañete.

El precio del “éxito” pasó por “sacrificar una brillante carrera automovilística”

Durante el homenaje se proyectó una amplia selección de imágenes procedentes del álbum familiar, entre las que quedaron de manifiesto algunas de las grandes aficiones de Miguel Arias, caso del automovilismo. Su hijo Miguel apuntó con un acertado sentido del humor que el precio pagado por el “éxito” de su carrera política fue “sacrificar una brillante carrera automovilística”. Es más, aseguró que lo que le hubiese gustado es ser recordado como “un gran piloto de carreras”. Fueron breves apuntes de complicidad para resaltar los auténticos valores que, en realidad, quería poner de manifiesto: su “combinación de inteligencia, capacidad de trabajo y calidad humana”, apoyados asimismo en la figura de su madre, “origen del arraigo” de Arias con Jerez”. Hizo una confidencia más: “Siempre nos ha dicho que nunca pensaba llegar a los 70, pero ha llegado”, motivo por el cual le pidió, en nombre de toda la familia, que se cuidara a partir de ahora, “porque queremos disfrutar de ti y de tu compañía muchos años”. El homenaje, para ellos, no era mirar al pasado, sino celebrar que pasarán más tiempo con él.

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