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La esperanza en un futuro mejor aplaza el retorno de los rumanos

La esperanza en un futuro mejor en España está aplazando el regreso de los rumanos que viven en la Península a su país, donde la crisis también está haciendo mella, con más desempleo, salarios más bajos y unas instituciones sumidas en la inestabilidad política.

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  • La esperanza en un futuro mejor en España está aplazando el regreso de los rumanos que viven en la Península. -
La esperanza en un futuro mejor en España está aplazando el regreso de los rumanos que viven en la Península a su país, donde la crisis también está haciendo mella, con más desempleo, salarios más bajos y unas instituciones sumidas en la inestabilidad política.

Sorin Simion regresó a su país el pasado mes de mayo, tras quince años en Castellón, donde viajó junto a su mujer para emprender un camino que al principio fue “duro”, explica a Efe en una entrevista en Bucarest.

Sin papeles, pero con ganas de trabajar, Simion y su familia –a la que se unió la hija que habían dejado en Rumanía y un nuevo bebé nacido en Castellón– salieron adelante, compraron una casa y un coche y se acostumbraron a vivir los “mismos problemas y la misma vida” que sus vecinos españoles.

Pero “la idea de volver siempre estuvo presente” desde el día en que salieron de su pueblo, situado a unos cien kilómetros de Bucarest, y en mayo hicieron las maletas, vendieron la casa y regresaron.

Simion y su familia forman parte del 30% de rumanos que, como máximo y según el sociólogo Dumitru Sandu, volverán a su país en los próximos cinco años.

En un encuentro con periodistas españoles en la Universidad, Sandu –que realizó un estudio a finales de 2008 sobre las comunidades rumanas en la Comunidad de Madrid–, recuerda que en España vive el 30% del total de rumanos que han cambiado su país de residencia, unos 730.000 (según el INE).

De los 800 rumanos entrevistados entonces, el 71 por ciento deseaba volver a su país. Pero los deseos chocan con la realidad.

Simion afirma que muchos de sus compatriotas que se quedaron en Castellón también querían regresar, “pero creo –dice– que bastantes de ellos, por no decir una gran mayoría, no podrán hacerlo”.

Entre los motivos, como explica el profesor Sandu, están los bajos salarios de Rumanía (el sueldo medio ronda los 250 euros) y la convicción de que en España hay más posibilidad de encontrar soluciones a los problemas, principalmente al paro.

Para Simion, además del sueldo y de la “esperanza de un futuro mejor en España”, donde es más sencillo pasar de una situación “difícil a una situación buena”, hay otros factores que complican el regreso a Rumanía.

“Casi todas las familias rumanas que viven en España tienen hijos en edad escolar y es difícil para un niño reintegrarse en el sistema rumano de educación, pero además están los créditos y las hipotecas contratados y la dificultad para zanjar los primeros y vender las viviendas”, explica.

Los rumanos valoran además otras cosas de España, como son sus instituciones o su sanidad y educación, según señala el sociólogo, algo en lo que coincide Simion, quien reconoce que le está costando más de lo que pensaba adaptarse a un país que ha cambiado mucho para mejor, pero en el que el “sistema es el mismo”, con un Gobierno que hace “poco por el pueblo” y en el que hay demasiados intereses personales.

“Nuestro sistema político está construido de manera que no podemos tener estabilidad política”, asegura Ioan Stanovir, del Instituto de Investigaciones Políticas.

Este experto en Derecho Constitucional y en las instituciones políticas rumanas no cree que la emigración económica sea necesariamente generadora de democracia al regresar a su país.

A su juicio, son los profesionales cualificados los que pueden hacerlo pero éstos, principalmente médicos e ingenieros, se van y no vuelven.

Rumanía llegó a tener en 2008 un crecimiento económico del 9,3 % del PIB y una tasa de paro que se acercaba al pleno empleo en algunas zonas, mientras el 25% de sus habitantes en edad de trabajar habían salido del país para buscar un empleo.

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