Que María del Mar Moreno apueste por el cante en un estreno como este no debe coger por sorpresa a todos sus cientos de seguidores repartidos por todo el mundo, pues es una línea que siempre ha mantenido en sus creaciones propias desde que comenzó a girar en el año 2000. En su compañía siempre han tenido un sitio especial cantaores que han aportado autenticidad, a veces huyendo de lo habitual, y arriesgándose a contar con voces no tan hechas a la escena. Así se ha comprobado en sus más de una docena de espectáculos estrenados.
Una de las claves para entender el éxito de estas propuestas reside en la familiaridad que se crea en el equipo, concepto indispensable para funcionar, lo que en el arte se denomina transmitir. Veinte años justo han pasado ya desde ese momento en el que María emprendiera carrera con su empresa, con su sello, con ese estilo tan vivo como real en el movimiento de sus muñecas. Ella, que venía de aprender junto a ilustres como Manuel Morao o Angelita Gómez, puede hacer un balance impecable de estas dos décadas de esfuerzo y lucha en la que, de forma contundente, ha defendido sus raíces sin complejos. Su estilo se aleja de las definidas modas de cada etapa evitando, así, caer en el vacío creacional que provocan las duras exigencias del lenguaje universal por el que pasa la danza en este siglo.
Para esta señalada ocasión, la del 14 de septiembre en la Bienal de Sevilla, ha vuelto a volcar su confianza en los metales calientes de distintas generaciones. En ‘Memoria Viva’ acude a la familia Carpio, con ‘El Tolo’ y José ‘El Berenjeno’, ambos poseedores de personalidad y estilo, de ese rasgo diferenciador de la Plazuela que siembre busca y encuentra María. La juventud también aparece en la garganta almibarada de Saira Malena, que tanto está dando que hablar. La veteranía la asume Antonio Malena, fiel escudero de su figura clásica; Dolores Agujetas, exclusivo quejío quejumbroso con sello fragüero; José de los Camarones, filósofo ilustrado de la vida cotidiana que conoce bien lo que hace; y Elu de Jerez, poderío campillero capaz de remover los cielos con un solo ¡ay! A las guitarras estarán Santiago Moreno y Malena Hijo; a la percusión, Ale de Gitanería; a las palmas, Javi Peña; y estarán los niños, con Rocío Carrasco y Manuel Jiménez.
Es el recuerdo el verdadero motor de la jerezana. La nostálgica memoria que le trae al presente las sensaciones de un ayer, el olor de una madre que le impulsa, el brillo en los ojos de un padre que se emboba con su hija… en esa infancia María encuentra su verdadera pasión. En esta travesía difícil de gestionar, aparecen los ecos de Fernando de la Morena, Luis ‘El Zambo’ o Juana la del Pipa, quienes un día hicieron vibrar el corazón de la bailaora. Moraíto o Rubichi, poniendo sonidos a los avatares de la bulería.
Veinte años que saben a gloria y que laten con ánimo al concluir con una etapa que se une con la siguiente, porque María es incansable, luchadora y seguiriyera.