Referirse a la Enseñanza supone entrar en un “universo” de asuntos todos complejos. Los filosóficos, los ideológicos se presentan unas veces explícitamente otras subrepticiamente, otras descaradamente ocultando intereses bastardos, codiciosos, mercantilistas. Por otro lado los organizativos, que están determinados por los anteriores y son los que concretan los medios materiales y humanos que hacen posible la enseñanza y el aprendizaje. No parece que sea tarea fácil definir algunos ejes que hagan coherente una acción transformadora para la mejora de la Enseñanza. Sin embargo se hace necesario al menos esbozarlos.
Las dos grandes dialécticas que zarandean el sistema educativo español son: Escuela Pública- Privada (concertada) y Enseñanza religiosa-Laica. La primera de ellas por aquello de que ambas se pagan con el dinero de toda la ciudadanía. La segunda porque a pesar de que constitucionalmente el estado no es confesional, se dedican ingentes cantidades de dinero de la ciudadanía a organizar el adoctrinamiento en una religión a la población escolar.
Estas dos grandes contradicciones sobreviven desde la época franquista y no parece que hay interés por parte del estamento político de resolverlas. Por ello los ejes que se esbozan seguidamente tienen un alcance más modesto, pero práctico, ya que avanzar en ellos resuelve problemas concretos, reales que padecen en mayor o menor medida pero todos los sectores de las comunidades educativa.
El primer eje pretendería aumentar la participación de comunidades educativas ante destrucción educación pública, ratios ilegales, estabilidad profesorado. Familias, alumnado y trabajadores, docentes o no, de la enseñanza, concretarían en cada centro educativo, y después coordinadamente con otros centros, acciones para evitar supresión de unidades, reclamando reducción de número de alumnos por clase y que el profesorado permanezca un tiempo adecuado en cada centro para que los conocimientos sobre el alumnado y las familias no se pierda con cada cambio de los mismos. Otro buen objetivo, para irlo concretando, es la petición de la integración de las redes pública y privada (concertada) en una única red de centros de titularidad pública. Ya que si se sostienen con dineros públicos, la titularidad debería también serlo. Posiblemente de esa forma se rentabilicen mucho más todos los recursos, se mejore en calidad e incluso se reduzcan costes, por aquello de “evitar” el beneficio empresarial privado, que siempre lo hay.
Para conseguir la permanencia del profesorado se perfilan dos campos de acciones relacionados entre sí. Reclamar que los que están se quedan es más que una consigna, es un derecho laboral reconocido en todo el Estado para todas las personas trabajadoras y afianzar la permanencia del profesorado es una de las variables más importantes en la mejora de resultados escolares. El otro es la igualdad de derechos laborales para toda la docencia sin distinciones: A igual trabajo igual salario y condiciones laborales. Es inaceptable la discriminación del personal interino. Y ello es la causa principal de la enorme movilidad que se produce en los centros y ese asunto no es ajeno en modo alguno a las familias, aunque lo parezca.
Y un último esbozo de eje de la acción pasa por la climatización y salubridad de los entornos escolares donde los procesos de enseñanza aprendizaje se desarrollan. Deben aparecer las denuncias de temperaturas extremas y otros aspectos relacionados con la salud no solo laboral de las personas trabajadoras, sino de alumnado (que también trabaja) que deben permanecer en instalaciones que no reúnen las condiciones mínimas legales. Bien se encargan los politicos de tener sus despachos climatizados ¿por qué no todas las aulas?
En definitiva algunas sugerencias para orientar la acción de las comunidades educativas, sindicatos trabajadores y asociaciones estudiantiles y de Madres y Padres en el necesario y más que noble intento de mejorar la Enseñanza en este país.
Fdo Rafael Fenoy