La crispación no lleva ningún camino y aquí se ha agitado la convivencia nacional hasta el extremo, lo que no deja de ser una irresponsabilidad.
La frase quiere elevar al pueblo por encima de cualquier ideología o partidismo que frene el impulso vital de esta sociedad española. La ha pronunciado el Rey en el acontecimiento más oficial del calendario desde el que se dirige a la familia. El Discurso de Navidad con sus bordes de un cierto dramatismo ha estado a gran altura por la emotividad y por el oportunismo de sus reflexiones. Muchos hemos sentido sintonía con sus palabras porque habíamos pensado lo mismo ante el comportamiento de ciertos políticos de esta democracia.
La crispación no lleva ningún camino y aquí se ha agitado la convivencia nacional hasta el extremo, lo que no deja de ser una irresponsabilidad. La derecha y la izquierda surgen ambas de la misma estructura social que mantiene esta sociedad. ¿Dónde querrá ir la derecha sola en esta realidad que forma el tejido de lo español? ¿Se puede hacer un proyecto común "con sentido de estado" desde sus filas ignorando a la otra mitad de este país? Y al revés, ¿puede hacer algo interesante la izquierda por su cuenta?
Ni una ley de educación ha servido, contemplada desde uno de los observatorios. Menos rollo, que nos cuestan bastante dinero las actividades políticas como para permitirnos el lujo del fracaso. Es normal que en cuestiones de fondo se discutan puntos de vista entre los pobres y los ricos, los tontos y los listos, los rubios y los morenos, los derechistas y los izquierdosos, pero a la vista está de cualquier observador que ni un día más podemos seguir sin consenso en lo fundamental. El que se dedica a crispar, que lo han hecho todos en sus respectivos tiempos, está malversando caudales públicos y hay que darle una lección. En las urnas, claro, y sobre todo al partido que lo consiente.
Es que yo soy de otra ideología. Pues apáñate porque la Constitución nos obliga a entendernos en la convivencia que para ordenarla está el escalafón político pagado y elegido de forma voluntaria. No votéis a quienes sospechéis que no tienen madera de entenderse; a los fundamentalistas, a los de mente estrecha y a los que confunden las ideas con sus intereses y disimulan en sus discursos. No es fácil una democracia porque requiere educación cívica y moral, y nuestras escuelas no se han revelado muy fuertes en estos aprendizajes. Demasiadas cosas se le echan a un pobre maestro que apenas tiene para valerse por sí mismo, pero de él siguen dependiendo valores fundamentales para la sociedad. Buscamos técnicos en las aulas y expertos en oficios, pero no intentamos el hombre cabal, honesto, respetuoso con los demás y amante de la verdad. Alineamos todo en función del dinero y bajo la consigna de la productividad, hombres de alto rendimiento que son los que menos valen para la convivencia.
Quiero padres de familia felices que hagan felices a los que están bajo su techo, lo demás será importante pero secundario. Mucho tiene que aprender occidente que se cree tan capaz y fabrica con técnicas avanzadas métodos y sistemas, pero deja al margen a un ideal de hombre que ya está dibujado entre las mejores experiencias de la humanidad. Humanismo cristiano en donde se acoplen el socialismo y capitalismo civilizados es el secreto de nuestra cultura, yo así lo veo. Sobran los exaltados, que podrían pasar la frontera dejándose lo puesto, el territorio, y fundando colonias donde se lo permitan hasta que aprendan a valorar lo que desprecian. Lo tenemos difícil nosotros y nuestro Rey, pero hay que ser optimistas como lo ha sido él poniéndose al frente y lo sigue siendo en esta Navidad.