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Jueves 18/04/2024  

El Loco de la salina

El día de los cuchillos buenos

A los locos no se nos olvida fácilmente las buenas personas por mucho tiempo que haya pasado.

Publicado: 15/11/2021 ·
13:27
· Actualizado: 15/11/2021 · 13:27
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Autor

Paco Melero

Licenciado en Filología Hispánica y con un punto de locura por la Lengua Latina y su evolución hasta nuestros días.

El Loco de la salina

Tengo una pregunta que a veces me tortura: estoy loco yo o los locos son los demás. Albert Einstein

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Ayer pasamos un día de locos, pero muy contentos. La gente no tiene ni idea de que aquí en el manicomio comemos lo que nos ponen, pero lo que es jamón, jamón, nos lo ponen solamente un día al año: el 30 de febrero, y gracias. Por eso, el director nos llamó, y en un arranque de buen corazón nos dijo que podíamos ir a la Alameda a comer todo el jamón que se nos apeteciera, y, sin acordarnos del sabor que tenía, nos pusimos a saltar de alegría. Sin embargo estuvimos un rato un poco asustados, porque decían que habían venido a La Isla cerca de 170 cortadores de jamón. Y, si ya un cuchillo en manos de cualquier loco nos da pánico, figúrense 170 cortando el aire a ver a quién le pegan el tajo. Después nos tranquilizamos, porque nos explicaron que eran buenos profesionales y sabían lo que iban a hacer con los cuchillos. Venían de todos los lugares de España: de Galicia, de Barcelona, del País Vasco, de Valencia, de Murcia, de Castilla y León, de Andalucía...

Así que nos fuimos a la Alameda Moreno de Guerra, llamada seguramente con este nombre tan moreno y tan guerrero porque era donde se iba a celebrar al solecito la guerra de los cuchillos. Allí vimos que aquello se llamaba la Feria Solidaria de Cortadores de Jamón, organizada por la Asociación de Reyes Magos. Y yo me preguntaba con quién se solidarizaban. Ya me he enterado por fin. Era con los niños. Y además se la dedicaban a Antonio Sánchez Aguilera.

Cuando escuché ese nombre, me quedé de piedra, tiré de la memoria y se me saltaron dos lagrimones que rodaron por la mejilla hasta perderse en la barba. A los locos no se nos olvida fácilmente las buenas personas por mucho tiempo que haya pasado. Antonio era un loco suelto que yo tenía de compañero de habitación hace unos años. Siempre nos llevamos bien, porque era como un niño, sencillo, campechano e incapaz de hacerle daño a nadie. Era tan loco como rápido, pues solucionaba como un rayo cualquier pega que se presentara en el manicomio. Su cara redonda, su sonrisa abierta, sus manos siempre tendidas, sus ganas de colaborar en lo que fuera… son muy difíciles de olvidar. Tan niño era, que su pensamiento lo tenía puesto en sus colegas, los niños, y en las fiestas de Reyes, que es la fiesta infantil reina del año. Se le torcía el gesto y el alma, cuando se le pasaba por la cabeza que pudiera haber un solo chiquillo sin juguetes el día de los Reyes Magos. Así que luchó lo indecible para organizar la campaña de “Ningún niño sin juguete”. Y por eso estaban allí los 170 cortadores de jamón desinteresadamente y con muchos voluntarios para recaudar fondos de modo que ningún niño se despertara el día de Reyes sin un juguete que llevarse a la cara y a las manos.

Los locos participamos y echamos un día estupendo sabiendo que con cada sorbo de cerveza y con cada loncha de jamón estábamos contribuyendo a que se agrandara la montaña de juguetes para los niños que nada tenían. Volvimos al manicomio y el director nos preguntó si lo habíamos pasado bien. Le dijimos que a ver si en el mismo manicomio organizábamos algo parecido, aunque fuera con mortadela, y llevábamos a los Reyes Magos lo poquito que pudiéramos recaudar para que tan bonita jornada no decayera nunca.  

Nos contestó que del jamón nos fuéramos olvidando hasta el año que viene. Es un rata.

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