Es para quedarse helado

Publicado: 21/08/2022
Autor

Paco Melero

Licenciado en Filología Hispánica y con un punto de locura por la Lengua Latina y su evolución hasta nuestros días.

El Loco de la salina

Tengo una pregunta que a veces me tortura: estoy loco yo o los locos son los demás. Albert Einstein

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Nos hemos enterado de que hay un montón de gente que murió hace tiempo y está congelada esperando que el tiempo, la medicina y una caña los regrese a la vida
Los locos estamos muy preocupados con el asunto ese de la escasez de hielo. Parece una tontería, pero falta hielo, y el que hay te lo venden a cuentagotas. Jugábamos aquí a tirarnos en el patio cubitos de hielo y ahora nos tendremos que tirar piedras. Ahí fuera la gente se lo toma con una frialdad que asusta, pero no hay que ser demasiado tonto para saber que, si no hay hielo, no hay vida; y, si no hay vida, habría que cerrar este manicomio, por lo que ya mismo me veo yo fuera. Dicen que las fábricas de hielo no dan abasto, y que, como los precios de la electricidad y del transporte están más altos que Tarzán a punto de descolgarse, la cosa es que los supermercados se están cerrando en banda. Para colmo de males llevamos unas cuantas olas de calor horrorosas, y es la primera vez que suspiramos en esta casa por que llegue el invierno. Sin embargo los que viven del cambio climático, que son multitud, no paran de afirmar que esto es el caos y que la cosa se va a poner bastante más calentita. Por lo visto, aquí se pone el sol a calentar, y del tirón aparecen los profetas anunciando calamidades. Cuando se ponga a llover por derecho, se callarán una temporada, con lo que todos saldremos ganando.

Volviendo a lo del hielo, está claro que el hielo es necesario a todas luces para los cubatas, pero hay algo más serio que a los locos nos tiene con el alma en vilo. Nos hemos enterado de que hay un montón de gente que murió hace tiempo y que está congelada esperando que el tiempo, la medicina y una caña los regrese a la vida. El más famoso de esos muertos es Walt Disney, que lleva la tira de años congelado con la esperanza de que se invente algo para traerlo otra vez a este miserable mundo. Incluso se comenta que existen 181 cuerpos congelados bajo el desierto de Arizona esperando una solución a su problema. Y que además todos ellos pagaron unos 200.000 euros por cabeza para que la ciencia los resucite en un futuro no muy lejano. En caso de que la cosa no se resuelva bien por falta de hielo y se queden irremediablemente muertos, digo yo que presentarán una reclamación ante quien corresponda. Es verdad que en 2016 unos investigadores del Centro 21st Century Medicine en California descongelaron un conejo con éxito, pero estaremos de acuerdo en que no es el momento apropiado para hablar de conejos.

También los locos hemos pensado que, al no haber hielo, todos esos muertos se podrían levantar antes de tiempo protestando porque para algo pagaron religiosamente en su funesto día. Si a esto le añadimos que los muertos están locos por salir de sus tumbas y que el día de Halloween lo tenemos ya ahí mismo, pues calculen la que se puede liar, sobre todo en La Isla, en la que somos tan amantes de poner en circulación a los fiambres.

En fin, vamos a darle a la ciencia un voto de confianza, mientras aprovechamos el tiempo leyendo trocitos como este de “Cien años de soledad” de García Márquez: Al ser destapado por el gigante, el cofre dejó escapar un aliento glacial. Dentro sólo había un enorme bloque transparente, con infinitas agujas internas en las cuales se despedazaba en estrellas de colores la claridad del crepúsculo. Desconcertado, sabiendo que los niños esperaban una explicación inmediata, José Arcadio Buendía se atrevió a murmurar: -Es el diamante más grande del mundo. -No -corrigió el gitano-.Es hielo.

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