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Bienvenido Mister Marshall

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Todo hace indicar que los planes de inversión de José Luis Rodríguez Zapatero y Manuel Chaves para incentivar el empleo en las ciudades lleva camino de convertirse en una reposición de la genial Bienvenido Mister Marshall de Luis García Berlanga. Y aunque en esta ocasión la comitiva con los millones de euros no va a pasar de largo como en la emblemática película, esta semana ha dado la impresión de que medio Jerez se encontraba haciendo la lista de sus peticiones para llevarse un trocito del pastel que ahora debe repartir el Ayuntamiento. Desde las asociaciones vecinales hasta la oposición, pasando lógicamente por el propio Gobierno municipal, todo el mundo tiene claro dónde se debe gastar ese dinero, algo que, casualmente, siempre cae cerca de quien lo propone o de sus intereses.
Quizás con menos banderitas que en la película y sí con un tono más de crítica, porque en esta ciudad todavía pesa la frustración de no haber podido decir en muchos años lo que se pensaba en voz alta, lo que ha hecho que se piense que es mejor amenazar que sonreír, todo el mundo espera que la lluvia de millones se acabe acercando a sus deseos, porque ya se sabe que eso del interés general, si no me afecta a mí, es una utopía.
Y al margen de que gusten más o menos los proyectos que la alcaldesa, Pilar Sánchez, ha puesto sobre la mesa -- y fijense si está convencida de lo que hace que ha creado el puesto de coordinador para gestionar estas relaciones con la administraciones en la persona de Juan Ramón Aramburu, una decisión más que acertada y si no tiempo al tiempo-- una cosa está clara: que se inviertan en la ciudad más de 35 millones de euros es algo positivo y que se creen unos dos mil empleos el próximo año, aunque sean temporales, también. Y quienes dudan sólo tienen que preguntárselo a esos dos millares de desempleados que van a poder cobrar un sueldo durante el tiempo que duren las obras. Por eso, no se entienden las reticencias que existen sobre estos proyectos, sobre todo porque nadie ha vendido --lo que es ya difícil en nuestra clase política-- que ésta sea la solución al desempleo, sino una salida puntual a la crisis. Pero, como siempre sucede en este Jerez, da igual lo que se haga, siempre es poco y está mal hecho. Y aunque hay cosas que, como todo en política, tienen trampa, ya que muchas de estas obras que se van a desarrollar con el Plan de ZP y de la Junta ya estaban previstas en los Presupuestos municipales --lo cual, no nos engañemos, nunca es garantía de que realmente se vaya a hacer--, el hecho de que haya dinero contante y sonante para hacerlas ya es algo más que un estímulo, es un compromiso de que se deben hacer y en los plazos fijados, porque ni para evitar la conflictividad social, ni para apuntarse una medalla, el Gobierno no regala dinero sin fiscalizar hasta el último céntimo.
La duda es qué pasará cuando se acaben los planes, y por tanto el empleo. Pero, como en la película, para eso estará la alcaldesa en el balcón consistorial (esperemos que no disfrazada de sheriff) para decir lo que decía Pepe Isbert: “Como alcalde vuestro pueblo que soy os debo una explicación y os la voy a dar...”... y todavía la están esperando. Habrá que dar explicaciones, pero también recibirlas de las dos mil familias que, en ese tiempo, habrán podido evitar el paro. Lo que no es poco, precisamente.

Y como en esta ciudad siempre hay de todo, mientras unos miran la lluvia de millones, otros, los de la CGT, siguen apostando por la línea más soviética para impedir el convenio colectivo municipal. Y no digo soviética en el sentido peyorativo, sino como simple contraposición a lo que sería normal. Y es que la CGT ha logrado lo imposible, y lo digo con asombro, pero también con admiración y rechazo. Está consiguiendo acabar con todos los sindicatos con la política más insólita del mundo: no proponer nada, pero sí oponerse a todo.
Desconozco qué puede haber detrás de esta estrategia sindical, pero debo reconocer que es para quitarse el sombrero, porque lograr que los trabajadores se opongan a un convenio a cambio de no tener una alternativa es todo un arte, máxime cuando el delegado de Recursos, Juan Manuel García Bermúdez, ha dejado más que claro, por activa y por pasiva, que no va a soltar ni un euro más de lo que ya hay encima de la mesa. Pero aún así, e insisto sin proponer nada, la CGT está logrando que la mayoría de los trabajadores no hayan firmado el convenio extraestatutario y que los que lo han hecho no sepan si realmente va a servir de algo.
Y aunque esta postura se puede considerar un éxito, le conviene pensar a la CGT que la ruptura por la ruptura sólo acaba logrando... que se rompan los platos, que el año se acaba y la plantilla municipal se va a quedar sin convenio y lo que hoy es una victoria de nuestra estrategia, mañana se convierte en el enfado generalizado de quienes ahora les apoyan. Y quizás, como en la película del título de esta crónica, va a haber una concentración de trabajadores no para ondear banderitas, sino para estampárselas en la cara y al final van a ser ellos, y no la alcaldesa, quien salga al balcón para prometer explicaciones, que no van a saber dar.

El Volvo, la crisis, el Xerez y buena cultura
Confirmado. La crisis del sector del automóvil es más que una realidad. Ya no se venden ni los coches que estaban prácticamente pagados, como ha sucedido con el coche oficial del Ayuntamiento. Aunque lo escandaloso de este tema del Volvo que compró a plazos María José García Pelayo cuando era alcaldesa, no es tanto el dinero desembolsado sino el comprobar que llevamos años oyendo criticar a la oposición el despilfarro del actual Gobierno y luego se descubre que cuando ellos gobernaban no se cortaban ni un pelo en gastar a lo grande. Y es que lo peor de hablar es que a los  políticos se les olvida lo que han dicho (y hecho) antes.
Y ya veremos cómo olvidan los autónomos el lío en el que se están metiendo, ya que abogan porque se destine más dinero a  crear empleo que a pagar el desempleo. Algo muy bonito en la teoría, pero a ver cómo se aplica (y se explica) a los once millones de parados que se quedarían sin cobrar el paro a cambio del supuesto compromiso de que el autónomo de la esquina le va a llamar para trabajar. Creo que alguien no ha hecho bien las cuentas sobre cuántos autónomos y parados hay.
Aunque para llamadas las del Xerez, que no sale de una crisis por una venta frustrada y ya está metida en otra, con el grupo encabezado por el torero Juan José Padilla. Y eso que está en Segunda, que como un día llegue a subir Joaquín Morales va a tener colas delante de su despacho.
Pero quien sí ha subido esta semana a Primera División ha sido la cultura, sobre todo con la exposición del pintor Julio Romero de Torres en las Bodegas Tradición de la mano de la familia Rivero. Esto sí que es un placer de ver y disfrutar

 


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