'Overbooking' en los divanes por la crisis
Se dispara la demanda de ayuda psicológica ante la problemática del desempleo
La consecuencia más grave de la crisis económica es el desempleo, la pérdida continua de puestos de trabajo. Son cifras escalofriantes pero que, una vez leídas, se quedan en eso, datos negativos que hacen que no cuadren los balances positivos al cierre de cada mes. Sin embargo, aunque muchas veces se olvide, detrás de cada parado hay un drama humano, una situación inesperada de abismo que está provocando un nuevo fenómeno asociado a la crisis: la demanda de ayuda psicológica.
Francisco Orta, vicepresidente de la delegación de Huelva del Colegio de Psicólogos de Andalucía Occidental asegura que se en los últimos tiempos se ha disparado la demanda de ayuda profesional vinculada al desempleo. En declaraciones a este periódico, Orta profundiza en este fenómeno y distingue dos tipos de pacientes. La gran mayoría son personas que han perdido su puesto de trabajo, habitualmente hombres de mediana edad, pero también se dan muchos casos de “personas que siguen trabajando pero la situación laboral ha cambiado tanto que están estresados porque ahora tienen más carga de trabajo al producirse recortes en las plantillas”.
Aunque tradicionalmente han sido las mujeres las que han acudido a las consultas de los psicólogos, la crisis ha hecho también que cambie esta tendencia, ya que “hay más desempleo masculino y también ha cambiado un poco la cultura, ya que antes se suponía que si eres hombre no debes necesitar este tipo de ayuda, pero ahora está más socializado ser paciente de un psicólogo”.
En cuanto a la edad, el perfil del nuevo paciente es un hombre de 35 años en adelante. “No es habitual que vengan jóvenes porque, desgraciadamente, se han criado ya en esta cultura de la temporalidad, pero hay otra generación que, después de más de 20 años trabajando, se ven de pronto en el paro, tienen hipotecas e hijos y ven muy difícil su situación de futuro”, explica Orta.
Cuando llegan a la consulta, normalmente presentan un cuadro de ansiedad o estrés, pero “conforme va a avanzando el proceso de estrés, recaen en una depresión, y la clave es, muchas veces, el sentimiento de culpa por no encontrar alternativas de empleo, lo que al final desemboca en que dejan de buscar”.
Otro fenómeno frecuente vinculado al paro es la terapia de pareja. “Cuando las parejas llegan a la consulta no ven que el trasfondo de sus problemas es el paro y no un conflicto de pareja, porque antes se veían menos, había trabajo y cada uno tenía los horarios más regulados, pero ahora no hay trabajo, empiezan a echarse la culpa el uno al otro y empiezan los conflictos”.
Los recursos públicos, insuficientes
Este aumento de la demanda de ayuda psicológica también deja al descubierto los insuficientes recursos públicos con que cuenta el SAS en el área psicológica, ya que según explicó Orta, “antes llegaban personas desempleadas a las consultas privadas porque uno de los dos miembros de la pareja trabajaba, pero ahora suele haber más de un parado en el ámbito familiar, por lo que las personas siguen más el recorrido público -a través de Salud Mental- para solicitar esa ayuda psicológica”.
El problema, “normalmente te dan cita muy de tarde en tarde porque el personal que hay no da abasto con la situación y la demanda que existe”.
En este sentido, Orta reclamó que se refuercen las plantillas en las áreas de Salud Mental, ya que, además, “al final sale más caro, porque una persona que tiene una depresión va a tener que tomar medicamentos muy caros durante un año como mínimo”. Sin embargo, el psicólogo no se muestra optimista al respecto, pues es consciente de que “de donde primero se quitan recursos es de donde en principio parecen menos necesarios, y en este sentido, siempre se le da más importancia a la dolencia física que a la psíquica, además de que se trata de incorporar nuevo personal cuando lo que se está haciendo es recortar”.
Aunque la mayor parte de las críticas van dirigidas a la Administración autonómica, Orta también dio un tirón de orejas a los ayuntamientos, ya que “también deberían reforzar este aspecto en sus áreas de servicios sociales”.
Francisco Orta, vicepresidente de la delegación de Huelva del Colegio de Psicólogos de Andalucía Occidental asegura que se en los últimos tiempos se ha disparado la demanda de ayuda profesional vinculada al desempleo. En declaraciones a este periódico, Orta profundiza en este fenómeno y distingue dos tipos de pacientes. La gran mayoría son personas que han perdido su puesto de trabajo, habitualmente hombres de mediana edad, pero también se dan muchos casos de “personas que siguen trabajando pero la situación laboral ha cambiado tanto que están estresados porque ahora tienen más carga de trabajo al producirse recortes en las plantillas”.
Aunque tradicionalmente han sido las mujeres las que han acudido a las consultas de los psicólogos, la crisis ha hecho también que cambie esta tendencia, ya que “hay más desempleo masculino y también ha cambiado un poco la cultura, ya que antes se suponía que si eres hombre no debes necesitar este tipo de ayuda, pero ahora está más socializado ser paciente de un psicólogo”.
En cuanto a la edad, el perfil del nuevo paciente es un hombre de 35 años en adelante. “No es habitual que vengan jóvenes porque, desgraciadamente, se han criado ya en esta cultura de la temporalidad, pero hay otra generación que, después de más de 20 años trabajando, se ven de pronto en el paro, tienen hipotecas e hijos y ven muy difícil su situación de futuro”, explica Orta.
Cuando llegan a la consulta, normalmente presentan un cuadro de ansiedad o estrés, pero “conforme va a avanzando el proceso de estrés, recaen en una depresión, y la clave es, muchas veces, el sentimiento de culpa por no encontrar alternativas de empleo, lo que al final desemboca en que dejan de buscar”.
Otro fenómeno frecuente vinculado al paro es la terapia de pareja. “Cuando las parejas llegan a la consulta no ven que el trasfondo de sus problemas es el paro y no un conflicto de pareja, porque antes se veían menos, había trabajo y cada uno tenía los horarios más regulados, pero ahora no hay trabajo, empiezan a echarse la culpa el uno al otro y empiezan los conflictos”.
Los recursos públicos, insuficientes
Este aumento de la demanda de ayuda psicológica también deja al descubierto los insuficientes recursos públicos con que cuenta el SAS en el área psicológica, ya que según explicó Orta, “antes llegaban personas desempleadas a las consultas privadas porque uno de los dos miembros de la pareja trabajaba, pero ahora suele haber más de un parado en el ámbito familiar, por lo que las personas siguen más el recorrido público -a través de Salud Mental- para solicitar esa ayuda psicológica”.
El problema, “normalmente te dan cita muy de tarde en tarde porque el personal que hay no da abasto con la situación y la demanda que existe”.
En este sentido, Orta reclamó que se refuercen las plantillas en las áreas de Salud Mental, ya que, además, “al final sale más caro, porque una persona que tiene una depresión va a tener que tomar medicamentos muy caros durante un año como mínimo”. Sin embargo, el psicólogo no se muestra optimista al respecto, pues es consciente de que “de donde primero se quitan recursos es de donde en principio parecen menos necesarios, y en este sentido, siempre se le da más importancia a la dolencia física que a la psíquica, además de que se trata de incorporar nuevo personal cuando lo que se está haciendo es recortar”.
Aunque la mayor parte de las críticas van dirigidas a la Administración autonómica, Orta también dio un tirón de orejas a los ayuntamientos, ya que “también deberían reforzar este aspecto en sus áreas de servicios sociales”.
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