En el caso de los que murieron, su edad biológica era 1,1 años mayor que la que les correspondería
Tener una mayor edad biológica, que está relacionada con el estado de salud y no necesariamente equivale a la edad cronológica, aumenta el riesgo de morir tras una hemorragia subracnoidea, que se produce por la rotura de una arteria en una zona del interior de la cabeza.
Así lo demuestra un estudio liderado por investigadores del Hospital del Mar de Barcelona, en colaboración con el Instituto de Investigación contra la Leucemia Josep Carreras y que ha sido publicado en la revista médica Journal of Neurology, Neurosurgery & Psychiatry.
"Independientemente de tu edad cronológica, presentar una edad biológica más envejecida o más rejuvenecida es un factor de riesgo independiente para desarrollar complicaciones", ha explicado el doctor Adrià Macias-Gómez, primer autor del trabajo y médico adjunto del Servicio de Neurología del Hospital del Mar.
El estudio ha tenido en cuenta las complicaciones más usuales posteriores a la hemorragia subaracnoidea, que es el sangrado en la zona comprendida entre el cerebro y los delgados tejidos que lo cubren -espacio subaracnoideo- por la ruptura de una dilatación (aneurisma) de una arteria.
Las dos complicaciones más frecuentes son el vasoespasmo -contracción de forma involuntaria e intensa de los vasos, disminuyendo el flujo sanguíneo a través de ellos- y la isquemia cerebral tardía, que ocurre cuando el cerebro no recibe suficiente sangre y oxígeno.
Los investigadores analizaron la edad biológica de 277 personas tratadas en el Hospital del Mar entre los años 2007 y 2020, con una edad media de 55 años y de las que dos de cada tres eran mujeres.
De todos ellos, observaron cuantos habían sufrido vasoespasmo, isquemia cerebral y fallecimiento, así como mal pronóstico al cabo de 12 meses.
El 51 % sufrió un vasoespasmo y uno de cada cuatro una isquemia, mientras que el 20,6 % murió en el año posterior al episodio y el 19 % sufrió secuelas en el mismo período.
Los investigadores analizaron la edad biológica a partir de muestras de sangre de los pacientes con diversas herramientas que permiten cuantificarla a partir de la epigenética, la parte de la información genética que puede verse modificada por los hábitos de vida o factores externos, por lo que guarda menos relación con la edad cronológica.
En el caso de los que murieron, su edad biológica era 1,1 años mayor que la que les correspondería, es decir, que los que fallecieron, en general, estaban más envejecidos.
Los que sufrieron un vasoespasmo, por contra, tenían una edad biológica entre 1 y 1,2 años menor que lo que les correspondería, un hallazgo que los investigadores atribuyen al hecho de tener unos vasos sanguíneos en mejor estado.
En cuanto a la isquemia cerebral tardía, una de las complicaciones más graves tras una hemorragia subaracnoidea, la edad biológica puede influir en su desarrollo, siendo las biológicamente más jóvenes más propensas a hacerlo a través de un vasoespasmo y las envejecidas, por otras vías.
"La epigenética, a diferencia del genoma, puede variar según factores medioambientales y los hábitos de vida. Por tanto, llevar una vida saludable y evitar este envejecimiento, mejora el pronóstico", ha afirmado el doctor Macias-Gómez.
Esto abre la puerta a investigar si la modificación de la edad biológica mediante terapias innovadoras de edición del ADN, entre otras, puede mejorar el pronóstico de los pacientes que padecen una hemorragia subaracnoidea.
"Los mecanismos biológicos implicados en el proceso del envejecimiento podrían explicar por qué dos personas con la misma edad cronológica tienen una evolución diferente ante la misma dolencia", ha agregado la doctora Elisa Cuadrado, médica adjunta del Servicio de Neurología del Hospital del Mar.