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Trópico de letras

Otra vez he topado con la iglesia

Hay víctimas de terapias de conversión sexual que han denunciado el hecho, incluso algunas a las que se les ofrecía una pastilla para “curar” su homosexualidad

Publicado: 28/07/2024 ·
09:29
· Actualizado: 28/07/2024 · 09:29
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  • Sacerdote.
Autor

Mari Loli Romero López

Maestra y escritora. Colaboradora en revistas internacionales. Dos libros publicados y cinco pendientes de publicación

Trópico de letras

Este blog trata de opiniones diversas sobre un mundo diverso

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Sí, me he vuelto a topar con otro representante católico, nombrado por el Papa como obispo de Orihuela, Alicante, el 7 de noviembre de 2021. Se trata del Sr. José Ignacio Munilla, el cual se manifiesta en contra de la ley que prohíbe las terapias de conversión sexual diciendo que dicha ley trataría de imposibilitar el acto de “acompañamiento espiritual” y llegando a definirlo como “liberticidio LGTBI”.

Esta ley fue aprobada por el Parlamento en febrero de 2023 y protege a todas las personas LGTBI+, englobadas como parte de un proyecto de ley de derechos LGTBI, la Ley 4/2023, prohibiendo las terapias de conversión con multas de hasta ciento cincuenta mil euros para quien las ponga en práctica. El borrador fue promovido por el Ministerio de Igualdad entre PSOE y Unidas Podemos, considerando la atención integral a las víctimas de violencia intragénero, la cual posibilita también, el registro o identificación de hijos de parejas de mujeres no casadas.

No es solamente el gobierno de España quien ha promulgado esta ley, sino que son hasta veinticuatro países los que están prohibiendo dichas terapias de orientación sexual; catorce países  decretan prohibiciones para cualquier persona y diez lo prohíben en el área de la salud, ni médicos ni psicólogos pueden hacerlo. El primer país en publicar esta ley fue Brasil en el año 1999. ¿Y por qué son tantos los países y cada cada vez  más los que promueven este tipo de leyes? Pues pienso que no es como el Sr. José Ignacio Munilla dijo en una Jornada Mundial de Juventud: “Nadie nace en un cuerpo equivocado, porque Dios no se equivoca y nos creó hombre o mujer”.


Esas son declaraciones tránsfobas, Sr. Munilla. La dicotomía homosexualidad/heterosexualidad no es un invento social reciente, esa actitud de desprecio hacia las personas no heterosexuales no siempre existió en el mundo y sobre todo, en el mundo cristiano no comenzó hasta los siglos XI y XII, aquella época en la que los enfermos y deformes (aquí se podrían meter muchas enfermedades, incluyendo también a las mentales y a los homosexuales), eran apartados y marginados, considerados anormales, olvidados, rechazados, encadenados e incluso temidos; se les confundía con locos, embrujados, muchos fueron quemados en las hogueras por ello. Y no digamos la dura persecución que sufrieron los homosexuales en la Corona de Aragón, (Valencia, Barcelona y Zaragoza) ni más ni menos que por la “Santa” Inquisición. ¡Pobres inocentes! Parece que todavía muchos siguen pensando como en aquella época oscura y malévola, que los homosexuales son anormales. O puede que haya leído usted, Sr. Munilla, el libro de Michel Foucault “Historias de la sexualidad”, en el que el autor sostiene que la homsexualidad es un invento reciente aparecido en las sociedades industrializadas, o quizás piense que seguimos en el “Antiguo Régimen” en España en el que el poder e influencia del clero y sus instituciones eran muy superiores al de cualquier grupo social. Pero no, todas las culturas humanas han identificado este tipo de comportamiento sexual. Del período sumerio (3000 años antes de Cristo) quedó registrada la existencia de unos sacerdotes-cantores denominados “assinu”, o lo que es lo mismo “hombre útero=homosexual” y muchas otras culturas, incluidas las prehispánicas: los incas, por ejemplo, ajustaban la sexualidad a la voluntad y política del gobernante que gobernara, algunos incluso permitían las relaciones sexuales entre parientes; los mayas permitían la libertad sexual y existen evidencias de homosexualidad entre distintos grupos de edad. Sin olvidar la antigua Grecia y Roma...

Vayamos ahora a la ciencia. El consenso científico se basa en que la orientación sexual no es algo que una persona pueda elegir voluntariamente, como tampoco hay pruebas de que sea posible cambiarla y tienen exactamente las mismas necesidades psicológicas en sus relaciones afectivas que las heterosexuales y con la capacidad para criar hijos en familias monoparentales.

Hay actualmente víctimas de terapias de conversión sexual que han denunciado el hecho, incluso algunas a las que se les ofrecía una pastilla para “curar” su homosexualidad, haciéndoles leer versículos bíblicos con el objetivo de transformar su orientación sexual equivocada. Pero el Sr. Munilla lo niega, dice que el profesor denunciado por dichas víctimas, no era ningún terapeuta, ni realizaba terapias de conversión de la homosexualidad, era solamente un acompañante espiritual. Los juzgados se encargarán del tema. La palabra terapia deriva del griego y tiene el significado de curación. Pero no, no hay que ser terapeuta para poner en práctica este tipo de “curación”. Son muchos los promotores que se dedican a ello y que van desde organizaciones religiosas, curanderos tradicionales, familias asesoradas por agentes religiosos y otros tipos de representantes. Pongámonos al día y seamos conscientes y reconozcamos que estas prácticas son llevadas a cabo, no solamente en España, sino en el mundo entero.

Y yo, Señor Munilla, desde aquí me dirijo a usted, con todo el respeto del mundo, para decirle que tiene derecho a opinar lo que quiera, para eso estamos en una sociedad con libertad de expresión  y también me dirijo a todos los que piensan lo mismo, para decirles, que los métodos y medios empleados para llevar a cabo las prácticas de terapia de conversión, según los entendidos, conducen al dolor y al sufrimiento psicológico y físico de las personas que las reciben. Pueden padecer un profundo impacto, conllevando a una pérdida importante de autoestima, producen ansiedad, síndrome depresivo, aislamiento social, odio a sí mismo, vergüenza, culpa, disfunción social, intentos de suicidio y trastornos de estrés postraumático. Como se puede comprobar no son pocas las consecuencias. Deje tranquilos a los que así nacieron, que disfruten de sus derechos como todas las personas. Ya es hora...O como dice el secretario de Educación de la Comunidad Valenciana, donde fueron denunciados los hechos de las víctimas de conversión sexual: “LA LEY HA DE SER CUMPLIDA”.

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