Si nuestros mayores se asustaron con aquella lluvia de piedras por aquel tifón en Cádiz, la noticia del delfín encallado en Punta Cantera ha despertado la ternura de los lectores y de cuantos pudieron vivir el momento menos cerca de lo que habrían deseado. Fue durante la primera jornada del Festival Mundial de Food Truck, celebrado el fin de semana anterior a este. Mientras en el parque Almte. Laulhé se disfrutaba de la gastronomía y de la música, la playa de Punta Cantera retenía a un pequeño delfín.

Las redes sociales facilitaron la alerta poniendo en marcha el protocolo y las preguntas de cuantos allí se iban reuniendo, qué habrá originado el extravío del animal, por qué habrá alterado su ruta. Posteriormente no hemos leído tanto como nos habría gustado, pero una de las razones aportadas ha sido la marea. En estos días ha habido subidas importantes y de esto entienden los pescadores, los marinos y la gente de mar. Son ellos quienes han dado nombre a este fenómeno, conocido como sizigia. Si no se encuentran cerca para explicárnoslo, un clic nos facilita el dato con ilustraciones alusivas, aunque exento de la experiencia al revivir una marea astronómica que, al parecer, nada tiene que ver con el cambio climático, sino que se trata de un fenómeno periódico y olvidable para la mayoría, que se acompaña, a veces, de fuertes rachas de viento. Como ejemplo, rescatamos el pasodoble carnavalesco que los Sarracenos dedicaron al buitre que descansaba en un monumento de Cádiz. Años después, menos de los imaginados, otro hizo lo propio al ocupar la espadaña trasera de nuestra iglesia de San Francisco durante un temporal de levante. En cuanto a mamíferos marinos, recordamos a las ballenas por la Punta de San Felipe, otra encallada en la playa de Camposoto no hace mucho y el sábado este delfín en Punta Cantera, que fue llevado a Algeciras donde espera el momento de volver al mar.

Por lo visto esta circunstancia, estas pleamares se dan más de lo habitual, no es tan extraordinaria, algo difícil de creer por las fotos y videos que han circulado, provocando angustia y temor, sentimientos que nos siguen afectando, a pesar de los cuatro años que nos separan del confinamiento y que está siendo tan difícil de superar, aseguran los expertos. Si entonces ayudó el uso de las redes, la reacción fue unánime con el delfín. Los pulgares pusieron el móvil a trabajar con llamadas y mensajes, acelerando el proceso del rescate.

Ojalá se haya salvado y en breve esté entre la manada cuyo avistamiento ofrece la ciudad de Tarifa hacia el final de los meses de noviembre y febrero. Esperemos que las pleamares sean menos alarmantes.