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Jueves 18/04/2024  

Donde la duda toma hueco

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solo queda una semana para que Andalucía deshoje su margarita entre pétalo azul o pétalo rojo y lo extraño, a tenor de la intensidad que se respira en el ambiente, es que la duda haya encontrado hueco para quedarse y sea a día de hoy elemento esencial que se respira en este tramo final de una campaña que, bien analizada, resulta poco gratificante a ojos del sufrido electorado. Lo es porque uno acusa y otro se defiende pero entre tanto tiroteo poco trasciende de lo que realmente importa, que es, entiendo, con qué criterio ejecutar el futuro para sacar de la miseria, de entrada, a esas 400.000 familias andaluzas que hoy no tienen ningún ingreso y que, en consecuencia, acumula solo aire frío en la nevera de su casa, de poder pagar la luz.

El debate. A mi modesto modo de ver cometió un error soberano Javier Arenas no acudiendo al debate del Canal Sur por muchas y variadas razones, pero la principal porque en estos tiempos en los que la crisis ha instalado la duda en las familias éstas quieren líderes que den la cara y lo hagan en todos los ruedos y no a quienes, aparentemente, se esconden ante el “sectarismo” de Canal Sur, lo que no deja de ser una escusa tan cierta como estúpida. De manual es que quien políticamente va en cabeza evite el debate porque le resta, pero los manuales son para adaptarlos a cada momento y el de hoy aconseja firmeza, como la que tuvo Rajoy ante Rubalcaba en su debate que, independientemente de opiniones, sirvió para fortalecer su imagen. Aquí el mensaje que ha quedado ha sido que Arenas se ha borrado del lío, y la pregunta es por qué ha trasladado esa sensación, decisión personal suya, cuando agarrándose a un paro de la población activa del 31 por ciento, un abandono escolar del 20 por ciento o un PIB menor a la de la media de España hubiese salido airoso por mucha copago sanitario, reforma laboral o agenda oculta que le hubiesen echado en cara. A Valderas, que quiere gobernar, le vino de cine porque ocupó cuota de pantalla e IU ya se ve repartiendo juego.
Imagino que la duda de Arenas se centraba en no poner en riesgo el margen que entre suelo y techo tiene y que le acerca a esa mayoría absoluta necesaria y a día de hoy no consolidada, lo cual le hace mantener una estrategia demasiado cauta cuando, creo, el momento requiere firmeza, de un lado, y un discurso de ilusión, de gestión, de modelo nuevo y no basado en las miserias judiciales que todos conocemos, de las ya que se encargan medios de comunicación y jueces y que está bien sean denunciadas pero que no resuelven el problema de los ciudadanos. Y eso es lo que quieren oír los ciudadanos de una alternativa al gobierno: cómo se van a resolver sus problemas. El PP equivoca el camino y aún así puede que logre la mayoría absoluta, pero si no es así será por no haber sabido bajarse al ruedo andaluz, al terruño, a ese pueblo temeroso de la derecha y al que se le alimenta la duda evitando la cercanía. Frase lapidaria del PP: “Los nuestros, estando en la oposición, no se bajan del coche oficial”. Pues eso.

La máquina electoral. Al tiempo, el Psoe ha cerrado filas y con lo que tiene tira a muerte. Y tirando sienta cátedra. Día que pasa, día que suma, más o menos, pero suma, y lo hace a pesar de todo lo que arrastra, lo cual internamente se interpreta como un triunfo porque advierte que con el partido perdido durante ochenta minutos está llegando al final con opciones de empatar e ir a penaltis y eso lo advierte en la mirada de un contrincante que viene celebrando el triunfo hace tiempo y al que ahora la duda le inquieta. Muy fuerte, tanto como el dato, facilitado por alguien cercano que siempre hila fino, sobre la encuesta del CIS y que arroja un voto consolidado para socialistas de casi el 30 por ciento mientras que los populares se quedan en poco más del 25. Andalucía se resiste a cambiar su tono.
Los datos en Andalucía para generales y autonómicas en 2004 y 2008 reflejan que el Psoe se movió entre un 48,93 y un 52,86 por ciento de los votos, mientras el PP lo hizo entre un 31,79 y un 38,87 por ciento y perdiendo éste menos votos por el hecho de ser elecciones conjuntas, lo cual refleja que su electorado en Andalucía fue fiel en su minoría. La generales de 2011, por primera vez, significaron un vuelco donde el PP, con el 45,57 de los votos, superaba a su oponente -36,8- y lo hacía en 390 mil papeletas. De ésas muchas fueron para echar a Zapatero, poniendo a Mariano que, sin encantar, no provoca rechazo. ¿Cuántas de ellas será capaz el domingo de sostener Arenas? Ésa es la clave. Y para ello pide y ruega a Madrid que no le perturben el final de campaña con temas como el copago sanitario, porque a eso solo ha podido responder con un “en principio no estoy de acuerdo”, al tiempo que seguramente se acordaba cariñosamente de la familia de algún compañero.
Son elecciones, en todo caso, anómalas, donde factores externos lo remueven todo tanto que hace casi imposible la labor analítica: no se trata de discernir solo entre Griñán o Arenas, son modelos, cada cual con sus virtudes y defectos, con sus miedos y miserias, con buena gente capacitada y, digamos, con menos buena, y ahí el Psoe arrastra un cemento en sus pies que presagia hundimiento y no solo por los Eres, subvenciones fraudulentas y demás, también por la división interna escenificada en una campaña en la que solo ha aparecido la tibia figura de Rubalcaba y poco más. Históricos como Chaves, Guerra o González le han hecho cerco a Pepe, por diferentes cuestiones, porque algunos en el Psoe valoran tanto el mantener el gobierno como el no hacerlo. ¿Qué pasará si Griñán gobierna? Seguro dos cosas, remodelará el equipo de gestión en la Junta y ejecutará en lo orgánico, donde incluso Susana Díaz, su secretaria de organización, puede tener los días contados ante el aire frío que entre ambos circula y tenga salida hacia una consejería. Si Griñán pierde, simplemente adiós Pepe y gracias.
¿Qué pasara si Arenas no gobierna? Seguramente, Madrid. Y todo en un puñado de votos que pueden estar en Jaén, Sevilla, Cádiz o Almería, y que localizados están por ambas máquinas electorales que se mueven sin descanso para intentar controlar ese voto en el limbo que en todas las elecciones, y más en éstas, decidirá el futuro de no solo muchas personas sino de toda una comunidad. Y todo tan nimio como el hecho de que un indeciso puede tomar su decisión en tres minutos y guiada por la última sensación que le quedó en la retina, una sonrisa, un mal gesto, una frase certera, o lo contrario, un debate en la tele…

La d-e-uda. Y como es mi palabra de hoy, en torno a ella termino intercalándole una e para cerrar con deuda, que sumada arrojan un primer balance de 17.000 millones de euros de ayuntamientos a proveedores. No lo dudo, es un escándalo vivir en un país donde el ciudadano paga impuestos y la administración pública no le paga a sus proveedores. Madrid (3.265.000 habitantes), con 1.017 millones de euros encabeza la lista, seguida de Jerez (210.000 habitantes) con 400 millones, o Jaén (116.700 habitantes) con 300. Regla de tres. Barcelona no se ha acogido al plan de financiación porque solo debe cinco facturas por un importe de 1.500 euros. Los catalanes siempre dando la nota.

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