Este año están sobresaliendo varios equipos por encima del resto que saltan a la vista de todos como pueden ser el Real Madrid, el FC Barcelona o el Athletic de Bilbao, pero se habla muy poco del RCD Espanyol.
Esta temporada he seguido varios partidos del conjunto dirigido por Mauricio Pochettino y realmente me parece que el mérito de este equipo y, consecuentemente de este entrenador, es tremendo. Tras perder a futbolistas fundamentales como Osvaldo, José Callejón o Luis García que fueron los tres máximos goleadores del equipo, los periquitos siguen siendo uno de los conjuntos más atractivos de ver en el fútbol español.
El técnico argentino ha conseguido formar un grupo en el que prevalece el gusto por el buen fútbol. Desde su llegada, el ex jugador de la entidad españolista ha ido dándole forma a un proyecto en el que a medida que ha ido cogiendo más responsabilidad su toque personal ha ido ganando enteros hasta llegar a lo que son hoy. Pochettino ha paliado los problemas económicos con una gran inteligencia en las contrataciones y un tratamiento de la cantera que muchos clubes deberían emular. Todo lo que fichan se adapta a lo que el técnico quiere y todo lo que sube del filial rinde igual o mejor que lo que había antes. Esto, unido a que el argentino es un entrenador de carácter que ya ha demostrado en más de una ocasión que no se casa con nadie, hace que la competencia crezca. Esto supone una mejoría de nivel de juego que observando a este equipo parece evidente. Conseguir esto parece fácil pero no lo es.
La calidad prima por encima de todo, algo que reflejan perfectamente los Weiss, Verdú, Coutinho y compañía. Siempre inician el juego desde atrás. La jugada se madura el tiempo necesario y la movilidad de los futbolistas por delante y por detrás de la línea de balón hace que el juego españolista sea, en muchas ocasiones, excelso. Como ya comenté cuando el tema fundamental era el Athletic de Bilbao, a los jugadores jóvenes hay que ponerlos a jugar y pulir sus defectos. Para eso se necesita un buen entrenador y el Espanyol, al igual que el Athletic, lo tiene. Un claro ejemplo de todo esto es Coutinho. El brasileño, al llegar, era demasiado individualista pero, en tan sólo unos meses, su entendimiento del juego y su capacidad de asociación han crecido a un ritmo que me produce una tremenda admiración por parte de su principal artífice. Parece mentira que este jugador, cedido por el Inter de Milán, no haya tenido hueco en un equipo en el que el fútbol brilla por su ausencia. El cambio de tendencia esta ahí: de Ranieri a Pochettino.
Además de esto, los resultados siguen llegando y siguen siendo una de las mejores apuestas para alcanzar los puestos europeos. Evidentemente es más fácil trabajar con victorias pero lo que realmente le da esta grandeza al conjunto españolista es que, pase lo que pase, el buen fútbol siempre es el protagonista en sus apariciones sobre el tapete verde de Cornellá.
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