El pasado fin de semana, la aldea del Rocío estaba a rebosar. El día de la Virgen, romeros de todo el territorio nacional y de fuera de nuestras fronteras acudieron a postrarse los pies de la Señora en un sentido homenaje de amor y respeto a la Madre de Dios.
Es el movimiento religioso más grande que se celebra en nuestro país. Es la exaltación sublime de la fe. Creyentes de toda edad y condición social se funden en un abrazo fraternal con la Blanca Paloma. Pude ver a personitas con días de nacidos y mayores con cerca del siglo…, y también pude ver a nuestro alcalde y ediles que acompañaban a la Reina de las Marismas.
Supongo que gran parte del equipo de gobierno de nuestro Ayuntamiento estaba disfrutando de la romería y, al mismo tiempo, estarían allí para pedir por una nueva legislatura. Personalmente creo que lo tienen verde.
Digo esto porque mientras ellos gozaban de la fiesta, yo me encontraba en el Polideportivo de nuestra ciudad en el que se celebraba un campeonato de fútbol municipal de categorías juveniles y donde se esperaba que alguna autoridad entregara los trofeos.
Pues no señor, no apareció nadie. La labor le correspondió a un funcionario y a algún que otro aficionado. Les puedo asegurar que había más de cien padres de familia pendientes del juego de sus hijos.
El descontento era generalizado. Siento recordar que con estos mimbres no se ganan elecciones. A la corporación municipal, sobre todo a los que están al mando, les pedimos trabajo y fuerza de voluntad.
Trabajo como derecho y deber, y la fuerza de voluntad como facultad ligada a nuestro libre albedrío y, por tanto, sin que esté condicionada por una persona ajena que te obligue a hacer o dejar de hacer algo. En resumen, ya lo dice la sabiduría popular: no se puede ir así por la vida.