En la calle Mariana de Pineda en Sevilla, Patrimonio Nacional ha vendido por 1.440.997 euros una casa-palacio en donde se construye un nuevo hotel de cuatro estrellas, para lo cual se transforma su interior, elevándose el plano de las cubiertas a dos aguas de la crujía de fachada como se puede contemplar en las nuevas armaduras de madera que se ven desde el exterior.
Esta casa-palacio aledaña al Real Alcázar y frontera al edificio donde vivían los empleados alcazareños constituía, al final de la calle Deán Miranda, un precioso telón de fondo desde la Plaza de la Contratación a uno de los rincones más plácidos y silenciosos de ese sector de la ciudad. Ese rincón que junto a la otra calle paralela de La Roldana integró el último reducto de la judería de Sevilla en los días de los Reyes Católicos.
Esperemos que, al menos, conserven el viejo rótulo cerámico “Mariana de Pineda” que se alzaba en el lado izquierdo de su fachada, tal como lo vemos en el libro de Francisco Collantes de Terán, Arquitectura civil sevillana (2ª ed., p. 262). No causa sorpresa que se rehabilite un edificio colindante con el Real Alcázar. Ahora bien, lo que sí sorprende es que se convierta en hotel. ¿No hay suficientes hoteles en Sevilla? ¿Ha de ser forzosamente encima de la muralla que enlazaba la ciudad con el Alcázar?
Aun cuando se ha dicho que los parámetros de edificabilidad no se han alterado, basta asomarse a la Plaza de la Contratación para comprobar que la parte trasera del edificio, es decir, la que toca la muralla islámica, se ha elevado de tal manera que ya no se ven en toda su altura la masa de árboles de los jardines del Alcázar como antes se podían contemplar. Claro está que éstas son -para algunos arquitectos que todo lo justifican- inoperantes consideraciones románticas, pues recordemos cuando afirmaron que la tala de árboles de la calle Almirante Lobo permitiría la mejor contemplación de la Torre de Oro.
Suponemos que el proyecto habrá pasado por la Comisión Provincial de Patrimonio Histórico-Artístico con todas las bendiciones. Sin embargo, resulta chocante que el Plan Especial de Protección del Real Alcázar, aprobado provisionalmente, permita la construcción de un hotel en el entorno más próximo del monumento, por no decir sobre sus propias murallas y sirviéndose de uno de los edificios que antaño le pertenecieron sirviéndole de protección frente al espacio urbano.
Todo está en regla porque el edificio nº 18 de la calle Mariana de Pineda tiene la clasificación “C”, en otras palabras, nivel de protección parcial. Si esto es así, la docena de edificios que conforman el hermoso ámbito del Patio de Banderas, patio de armas del Real Alcázar, y tienen esa misma clasificación “C”, podrán convertirse en lindos hoteles con encanto con vistas al parque arqueológico de la cacareada cripta -la fuente de la plaza aún no ha sido colocada, contrariamente a lo que anunciaron-puesto que no hace mucho ya fue previsto. Así pues, sevillanos, españoles y extranjeros todos: ¡todos a la cripta! El negocio está hecho.