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La tribuna de El Puerto

Vacaciones de verano: Jugar es aprender

A los padres suelen venderles la idea de que hacer tareas en verano evita que los niños pierdan el hábito adquirido durante el curso escolar

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A los padres suelen venderles la idea de que hacer tareas en verano evita que los niños pierdan el hábito adquirido durante el curso escolar, pero no hay ni una prueba que demuestre que tales tareas mejoran los resultados académicos en el curso siguiente.

Plantear esto tiene el mismo sentido que obligar a un profesor a ejercer en agosto para que no pierda el hábito de impartir clase, o que ponerse gafas de sol los días nublados para estar habituados a ellas.

A pesar de esto, los padres no suelen disgustarse si el colegio manda tareas a sus hijos para las vacaciones de verano.

Muchos educadores plantean las tareas veraniegas como una ocasión para que los niños aprendan cosas nuevas y disfruten mejor de su tiempo, pero aún predomina la idea de que este quehacer vacacional sirve para que los niños no pierdan todo su tiempo en actividades tales como ver la televisión o jugar a videojuegos, y – principalmente – es una forma efectiva de repasar las materias del curso anterior.

Personalmente creo que para evitar que los niños puedan “perder el tiempo” en vacaciones, disponemos de mejores formas que la de obligarles a hacer tareas escolares, y en cuanto al repaso de materias del curso anterior, aunque sea algo loable, no lo considero de aplicación general.

Si bien en Primaria el refuerzo extraescolar es necesario para determinados niños con un retraso escolar objetivo, en Educación Infantil no existe un acuerdo en que el mandar tareas “para casa”  tenga un sentido práctico, incluidas las del verano, y menos las que generalmente se han venido mandando hasta ahora.

Los niños prefieren jugar, mostrando su desgana ante la obligación de hacer unos deberes veraniegos aburridos, a veces bajo amenazas, y muchas otras causando conflictos familiares.

El juego, convenientemente planteado, no solo no impide ampliar los conocimientos y habilidades, sino que valiéndose de la curiosidad y la creatividad infantil puede alcanzar gran valor como herramienta impulsora del interés por aprender.

Por el contrario, si obligamos a los niños a memorizar y hacer ejercicios repetitivos en sus vacaciones, solo lograremos que aborrezcan los estudios. En sus vacaciones los niños deben jugar, y jugando se puede aprender, facilitémosles los medios para ello.

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