Es lo que pasa cuando se dan por hechas cosas que no han sido. Y, de hecho, no ha sido. Donald Trump será el nuevo presidente de la primera potencia mundial. No me atrevo a asegurar ni a pontificar qué deparará a EEUU ni al resto del mundo en los próximos años.
Más allá de no contar con mi simpatía y de intuir que el presidente Trump diferirá bastante del candidato republicano, creo que ha llegado el momento de que esta sociedad se replantee su manera de analizar el mundo.
El “trumpazo” que todos nos hemos llevado no ha sido sino consecuencia de todopoderos tertulianos que lo mismo sentencian sobre las interioridades del Gobierno turco, que sobre las reservas de petróleo, sobre la conciencia de un país tan enorme como Estados Unidos que de las primarias en Podemos Pontevedra; el tertuliano actual afirma con rotundidad (y a gritos si hace falta) todo lo que sabe (que es todo) sobre cualquier tema y, además, con una rapidez de reflejos propio del más complejo software informático.
La mezcla de los tertulianos maestroliendres (ya saben, que de nada saben y de todo entienden) con unas empresas de análisis más preocupadas en influir en el imaginario colectivo que en, de verdad, presentar una fotografía fija de la realidad, nos ha llevado ya a muchos errores que han culminado con esta “sorprendente” victoria del candidato republicano.
Querer trasladar nuestros deseos o nuestro pensar a lo que, de verdad ocurre, o a lo que de verdad piensa el conjunto de población en estudio es otro de los grandes errores. Y le ocurre a tertulianos, a políticos, a exdiplomáticos y a supuestos expertos. “Yo quiero que gane Clinton, EEUU es moderno como yo, por tanto, ganará Clinton”.
Y así hemos llegado hasta el punto en el que estábamos en el que nadie, siquiera, se planteó la opción de que Clinton no fuera la primera mujer presidenta de los Estados Unidos de América.
Cuando uno profundiza un poco en estudios más serios, evidencia rastros más que grandes de que la victoria de Trump no era algo tan descabellado.
Es, en parte, lógico que muchos realmente no quisieran verlo por lo excéntrico (por no usar otros adjetivos calificativos) del personaje, pero aquellos con responsabilidad de influencia en la opinión pública deben reflexionar sobre cómo se analiza la sociedad actual, qué factores están afectando a la sociopolítica actual. Los que más dicen saber se han llevado un “trumpazo” histórico.