Miríadas de visitantes han contemplado una exposición que ha sido definida como “una mirada sobre las relaciones innovadoras de los dos maestros”. La idea fija del comisario es establecer cierta relación “ideal más que directa” en el convencimiento indudable de que ambos maestros, Velázquez y Murillo, se conocieron en el viaje de este último a Madrid aunque no esté probado documentalmente, así como que uno y otro “supuestamente” tenían conocimiento de sus obras y “seguramente” el viejo Velázquez habría mostrado al joven Murillo sus mejores obras aunque no poseamos ningún testimonio que lo avale. De ese modo, la ciencia ficción llega también a la historia del arte.
¿Se habrían aventurado estas hipótesis si no estuviésemos en las vísperas del esperado año Murillo? ¿Son comparables ambos maestros sevillanos, indiscutibles cimas de la historia de la pintura? En el hermoso paisaje de Sierra Nevada, aun siendo vecinos en belleza el pico del Mulhacén y el de la Veleta, no tienen ninguno de ellos la misma altura. Sin embargo, los comisarios de exposiciones son como nuestros políticos, que son capaces de decir una cosa y la contraria con tal de captar el mayor número de votos: “Murillo ocupó un lugar cumbre, por encima de Velázquez”.
Si los comisarios de exposiciones son historiadores del arte, deben saber que la historia del arte es una ciencia en la que no todo vale. Sólo una interpretación es auténtica y sólo una interpretación es verdadera. Y siguiendo el más elemental principio de contradicción, una cosa no puede ser y no ser al mismo tiempo. En otras palabras, aunque en la historia del arte ocupe una parte muy importante la imaginación y la intuición, nuestros juicios han de estar presididos siempre por la lógica y el sentido común. Sin embargo, la clara y premeditada intención ha sido ¡Vamos a enfrentar a Murillo con Velázquez, ya que el 2017 es el año de Murillo y los dos son sevillanos!
Y nada más fácil que colocar un Velázquez entre dos Murillos como aparecen flanqueados en la exposición de la Fundación Focus-Abengoa del Hospital de los Venerables de Sevilla de tal manera que acabes viendo a uno más que a otro. Así pues, son comparadas obras con algo más de medio siglo de diferencia, como la anodina Inmaculada del Museo de Kansas City y la grandiosa Inmaculada de la National Gallery de Londres o, del mismo modo, por otra parte, la velazqueña Santa Rufina (1635) de la Fundación Focus, que queda perfectamente ahogada entre las murillescas Santas Justa y Rufina (1665) del Meadows Museum de Dallas, la gran aportación de la exposición al conocimiento de Murillo.
Alciato representó a la Fortuna cogida por los cabellos y así la cogen ciertos comisarios. Ahora bien, la ignorancia de nuestros políticos enaltece la imaginación de los comisarios. De manera que todo se resuelve, como dicen los franceses, en “épater les bourgeois”. Y finalmente, en este sentido, parece ser que en los últimos días hasta el señor ministro de Cultura ha quedado epatado por la mentada exposición.