Cancellara estrena el maillot amarillo, Contador alza la voz
El español marcó el segundo mejor tiempo en el prólogo
El suizo Fabian Cancellara (Saxo Bank) demostró su condición de campeón olímpico contrarreloj imponiéndose con autoridad en la etapa inaugural del Tour, disputada en Mónaco a través de 15,5 kilómetros, en la que superó a Alberto Contador, que sólo cedió 18 segundos y dejó claro quién debe llevar los galones en el Astana.
Contador, que marcó el mejor tiempo en el punto intermedio del kilómetro 7,5, en la parte ascendente de la etapa, se rindió al final ante la fuerza brutal de Cancellara, quien con el perfil a su favor, demostró todo su potencial como contrarrelojista. Cancellara marcó el mejor tiempo en meta con 19.32 minutos. El campeón suizo quitó el precinto al jersey amarillo tras adjudicarse, a los 28 años, la tercera contrarreloj inaugural de un Tour de Francia.
Cancellara aventajó en 18 segundos a Contador, quien picado en su orgullo por el debate de quién es el jefe de filas en su equipo, salió sin reservas, fue el mejor de los favoritos y salió enfundado en el buzo de campeón de España contrarreloj.
La tercera plaza fue para el británico Bradley Wiggins (Garmin), campeón del mundo y olímpico de persecución, a 19 segundos, mientras que los candidatos al podio empezaron a aparecer a partir de la cuarta plaza con el alemán Andreas Kloden (Astana) a 22 segundos, la quinta del australiano Cadel Evans (Silence) a 23 y la sexta del estadounidense Levi Leipheimer (Astana) a medio minuto.
La cronometrada que puso de largo el Tour 2009 en el Estado más pequeño del mundo después del Vaticano, no fue inocua para muchos corredores de la alta jerarquía, que sufrieron daños considerables. Así, Lance Armstrong, en su regreso a su carrera después de tres años retirado, cumplió con una meritoria décima plaza a 40 segundos de Cancellara.
El luxemburgués Andy Schleck se dejó un minuto y Carlos Sastre, que no salió de amarillo Piolín, 1.06. Según el director de competición, Francois Pescheux, “después del caso Landis es difícil dar el maillot amarillo a nadie y no hay regla que obligue a ello”. El defensor del título terminó sin ganas de hablar.
Unas diferencias ya significativas al tratarse del primer asalto. Mucho peor le fue al ruso Denis Menchov. El ganador del Giro perdió 1.31 minutos, un auténtico batacazo a las primeras de cambio.
Una jornada rodeada de glamour monegasco y del morbo de conocer cuál sería la respuesta de los diversos gallos de la casa Astana. El piloto español de Fórmula 1 Fernando Alonso fue testigo de la exhibición de Cancellara y de la respuesta de Contador, que distanció a algunos de los enemigos de la general y algún que otro comentario de duda sobre su liderazgo.
“Estoy contento con el resultado, ya que Cancellara es un gran campeón. He distanciado a los corredores rivales de la general aunque las diferencias son mínimas”, señaló el único español vencedor de Tour, Giro y Vuelta.
Cancellara y Contador fueron los protagonistas en el asfalto, cada uno en su papel, pero el regreso de Armstrong giró los focos hacia el siete veces vencedor del Tour.
Armstrong asumió con aparente naturalidad su papel de superstar. Se subió a la rampa de lanzamiento nervioso, estrechó la mano a los jueces de carrera y saludó al público. Eran las 16.17 horas, el momento del regreso del mito del Tour.
El texano no dejó detalle al azar. Acaparaba los focos del interés mundial. Rueda lenticular trasera con círculos
amarillos, su color preferido. No faltaba el tinte que caracteriza al líder en sus zapatillas, guantes, maillot, manillar... Era el Armstrong de siempre, pero con 3 años más y dos kilos menos.
Marcó 11.39 minutos en la primera parte del recorrido, en permanente ascenso (km 7,5), mejor tiempo entre los 30 primeros en salir. Una subida más que aceptable, de aprobado alto y un tiempo en meta de 20.12, a una media de 46 kms por hora.
Después de unos minutos con el nombre de Lance Armstrong en el primer puesto provisional de la etapa, la realidad empezó a empañar las ilusiones del americano. El alemán Tony Martin (Columbia) desplazó a la estrella texana, y más tarde Levi Leipheimer (Astana) presentó su candidatura a la etapa superando a los dos anteriores. Pero, al menos, grandes especialistas como el británico David Millar o el campeón mundial de la especialidad, el alemán Bert Grabsch, se fueron muy lejos del nuevo Armstrong.
Empezaron a asomar por el puerto monegasco nombres ilustres. El checo Kreuziger, un escalador al alza, solo cedió 2 segundos a Leipheimer y el alemán Andreas Kloden ponía más protagonismo en las filas del Astana aupándose a la primera plaza, con el primer tiempo por debajo de los 20 minutos (19.54 minutos). El festival de los hombres de Bruyneel iba tomando forma.
Contador, especialmente motivado, cruzó el Alto de Beausoleil (4ª categoría) como un rayo, sin rival a la hora de trepar por la carretera. Un primer aviso para todos, menos para Cancellara, que con sus 80 kilos de peso voló camino de meta, entre calles serpenteantes, en claro descenso. Un auténtico bólido por las calles monegascas.
Cancellara, dos veces campeón del mundo contrarreloj, oro olímpico, y reciente ganador de la Vuelta a Suiza, subió al podio a estrenar la prenda dorada. Contador se puso la de puntos, como primer líder de la montaña. El día que dejó mudo a más de uno.
Contador, que marcó el mejor tiempo en el punto intermedio del kilómetro 7,5, en la parte ascendente de la etapa, se rindió al final ante la fuerza brutal de Cancellara, quien con el perfil a su favor, demostró todo su potencial como contrarrelojista. Cancellara marcó el mejor tiempo en meta con 19.32 minutos. El campeón suizo quitó el precinto al jersey amarillo tras adjudicarse, a los 28 años, la tercera contrarreloj inaugural de un Tour de Francia.
Cancellara aventajó en 18 segundos a Contador, quien picado en su orgullo por el debate de quién es el jefe de filas en su equipo, salió sin reservas, fue el mejor de los favoritos y salió enfundado en el buzo de campeón de España contrarreloj.
La tercera plaza fue para el británico Bradley Wiggins (Garmin), campeón del mundo y olímpico de persecución, a 19 segundos, mientras que los candidatos al podio empezaron a aparecer a partir de la cuarta plaza con el alemán Andreas Kloden (Astana) a 22 segundos, la quinta del australiano Cadel Evans (Silence) a 23 y la sexta del estadounidense Levi Leipheimer (Astana) a medio minuto.
La cronometrada que puso de largo el Tour 2009 en el Estado más pequeño del mundo después del Vaticano, no fue inocua para muchos corredores de la alta jerarquía, que sufrieron daños considerables. Así, Lance Armstrong, en su regreso a su carrera después de tres años retirado, cumplió con una meritoria décima plaza a 40 segundos de Cancellara.
El luxemburgués Andy Schleck se dejó un minuto y Carlos Sastre, que no salió de amarillo Piolín, 1.06. Según el director de competición, Francois Pescheux, “después del caso Landis es difícil dar el maillot amarillo a nadie y no hay regla que obligue a ello”. El defensor del título terminó sin ganas de hablar.
Unas diferencias ya significativas al tratarse del primer asalto. Mucho peor le fue al ruso Denis Menchov. El ganador del Giro perdió 1.31 minutos, un auténtico batacazo a las primeras de cambio.
Una jornada rodeada de glamour monegasco y del morbo de conocer cuál sería la respuesta de los diversos gallos de la casa Astana. El piloto español de Fórmula 1 Fernando Alonso fue testigo de la exhibición de Cancellara y de la respuesta de Contador, que distanció a algunos de los enemigos de la general y algún que otro comentario de duda sobre su liderazgo.
“Estoy contento con el resultado, ya que Cancellara es un gran campeón. He distanciado a los corredores rivales de la general aunque las diferencias son mínimas”, señaló el único español vencedor de Tour, Giro y Vuelta.
Cancellara y Contador fueron los protagonistas en el asfalto, cada uno en su papel, pero el regreso de Armstrong giró los focos hacia el siete veces vencedor del Tour.
Armstrong asumió con aparente naturalidad su papel de superstar. Se subió a la rampa de lanzamiento nervioso, estrechó la mano a los jueces de carrera y saludó al público. Eran las 16.17 horas, el momento del regreso del mito del Tour.
El texano no dejó detalle al azar. Acaparaba los focos del interés mundial. Rueda lenticular trasera con círculos
amarillos, su color preferido. No faltaba el tinte que caracteriza al líder en sus zapatillas, guantes, maillot, manillar... Era el Armstrong de siempre, pero con 3 años más y dos kilos menos.
Marcó 11.39 minutos en la primera parte del recorrido, en permanente ascenso (km 7,5), mejor tiempo entre los 30 primeros en salir. Una subida más que aceptable, de aprobado alto y un tiempo en meta de 20.12, a una media de 46 kms por hora.
Después de unos minutos con el nombre de Lance Armstrong en el primer puesto provisional de la etapa, la realidad empezó a empañar las ilusiones del americano. El alemán Tony Martin (Columbia) desplazó a la estrella texana, y más tarde Levi Leipheimer (Astana) presentó su candidatura a la etapa superando a los dos anteriores. Pero, al menos, grandes especialistas como el británico David Millar o el campeón mundial de la especialidad, el alemán Bert Grabsch, se fueron muy lejos del nuevo Armstrong.
Empezaron a asomar por el puerto monegasco nombres ilustres. El checo Kreuziger, un escalador al alza, solo cedió 2 segundos a Leipheimer y el alemán Andreas Kloden ponía más protagonismo en las filas del Astana aupándose a la primera plaza, con el primer tiempo por debajo de los 20 minutos (19.54 minutos). El festival de los hombres de Bruyneel iba tomando forma.
Contador, especialmente motivado, cruzó el Alto de Beausoleil (4ª categoría) como un rayo, sin rival a la hora de trepar por la carretera. Un primer aviso para todos, menos para Cancellara, que con sus 80 kilos de peso voló camino de meta, entre calles serpenteantes, en claro descenso. Un auténtico bólido por las calles monegascas.
Cancellara, dos veces campeón del mundo contrarreloj, oro olímpico, y reciente ganador de la Vuelta a Suiza, subió al podio a estrenar la prenda dorada. Contador se puso la de puntos, como primer líder de la montaña. El día que dejó mudo a más de uno.
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