LA PROPOSICIÓN (The proposal)
Calificación: **
Dirección: Anne Fletcher.
Intérpretes: Sandra Bullock, Ryan Reynolds, Malin Akerman, Craig T. Nelson, Mary Steenburgen, Denis O'Hare, Betty White, Oscar Nuñez.
EEUU. 2009. 110 minutos.
Cada vez que voy al estreno de una nueva película de Sandra Bullock intento mantener presente el recuerdo de Crash. Por si lo han olvidado, Bullock formaba parte del reparto coral de la película de Paul Haggis y realizaba una de las mejores interpretaciones dramáticas de toda su carrera. En este sentido, procuro mantener la esperanza de que abandone de una vez -todavía que está a tiempo- los terrenos trillados de la comedia facilona, y asuma riesgos que nos hagan olvidar aquellas aventuras tan rentables como desechables a las que se acomodó durante varias temporadas y, en especial, ciertos tics interpretativos que fueron gastando parte del cariño acumulado en sus primeros trabajos.
La proposición no tiene mucho de arriesgado, pero apunta determinadas maneras, guiños, cierto nivel de exigencia -tampoco demasiado elevado- y un pretendido deseo de agradar que queda patente en el desarrollo de la historia, aunque no asimismo en un guión con tendencia a la estupidez o sin sentido del ridículo en el que no sobresalen ni los diálogos ni las situaciones.
El encanto, pues, se centra en el recorrido emocional que durante un largo fin de semana tendrá que realizar la pareja protagonista para consumar lo que cualquier espectador medio sabe que sucederá. Es una pena que las posibilidades reales, aunque no originales de la película, queden devaluadas por secuencias tan absurdas y excesivamente largas como la del streeptease, la danza ritual en el bosque o la llegada de Bullock al embarcadero, cuando la pareja protagonista presenta el suficiente interés como para haber apostado por otro tipo de película con mejor sentido del humor.
En realidad, estamos ante una revisión de Matrimonio de conveniencia salvo que con los papeles cambiados -aquí es la chica la que necesita casarse para obtener la green card- y con una perspectiva mucho más convencional que la del famoso y encantador título de Peter Weir. Bullock es una editora de éxito que obliga a su secretario a casarse con ella después de que le haya cumplido su permiso de residencia como ciudadana canadiense. Para hacerlo más verídico, la pareja se traslada a Alaska, a casa de los padres del joven, para conocerse y extender el falso romance a sus familiares y amigos. Ponganle todos los fallos que quieran, pero estamos en verano y se agradecen títulos como éstos.
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