Se subieron sueldos y prebendas de sus mayores cargos y se repartieron los dividendos
Ya está: ya reventó el frasco de las esencias y ya se nos dice públicamente como piensan salir del atolladero en que nos han metido.
No han hecho los deberes: se han dedicado a gastar de manera incontrolada y ahora hay que ver cómo deshacen el entuerto. Que, por cierto, debe de ser de campeonato. Si empezamos por la inaudita cantidad que concedieron a la banca para que arreglasen sus cuentas y pudiesen renovar la concesión de créditos al sistema, el susto es de campeonato. Le concedieron fondos cuya cuantía es tan excepcional que si los dividimos entre el número de españoles que somos, habrían servido para hacernos ricos a todos. Fueron ellos (los masters de la banca) los que produjeron el fiasco de la crisis; y es a ellos a los que primero socorremos con el dinero de todos.
Y, como era de esperar, no lo gastaron en reanudar la labor crediticia, tan necesaria en las economías que la misma banca nos ha montado: se subieron sueldos y prebendas de sus mayores cargos, se repartieron dividendos, se fijaron "premios" (no se sabe qué es lo que premiaban) a los principales prebostes…
Todo, menos lo prometido de reabrir el grifo de los préstamos, que han seguido sido inexistentes y que nos han seguido arruinando a todos, en especial a esos millones de autónomos y pequeños empresarios que han iniciado un camino de sacrificio y desesperación que en los más de los casos han dado en el cierre de sus empresas y actividades. Sin parar mientes en que son el soporte fundamental de la economía del país.
Se nos dirá que en todas las naciones de nuestro entorno que actualmente pretende la globalidad, hicieron lo mismo. Es lógico y no nos sirve de consuelo (por aquello de que mal de muchos… y la verdad es que nosotros no somos tontos).
En una economía que permite la globalización, si la banca decreta que hay que cederles los fondos del sistema, se les cede y punto. Y allí están, tirados a la basura, nuestros dineros que solo han servido para hacer más ricos a los que lo eran de manera inusual, con fortunas que hace ya tiempo que son incontables.
La maquinaria del gasto se ha puesto en funcionamiento y se ha acelerado sin ton ni son con donativos externos para los que no tenemos fondos (recuérdese que van de visita a no sé que país del África Negra, un país que no precisa de ayuda ninguna porque tiene fuertes reservas de petróleo, y les endiñan una punta de millones de euros de los que tan necesitados estamos) y con promesas que parecen meramente electoraleras y que en realidad tienen otras singladuras: que si 3.000 euros para las madres recientes, que si 420 euros para los parados, que si ordenadores para los niños de las escuelas…
Boberías de las que sabe perfectamente que no se pueden sufragar y que producen fiascos cada vez menos sostenibles. Luego vienen los remiendos de última hora: los dineros prometidos a los parados no se concederán más que a los que han quedado sin prestación por desempleo el mes pasado, cuando es evidente que los más necesitados son los que acabaron de cobrar la prestación hace meses y hasta algún año que otro. De algunos, como la maternidad reciente y los ordenadores prometidos, ni se vuelve a hablar.
Y conste que la lista que he enumerado dista mucho de ser exhaustiva: existen otras muchas promesas y ofrecimiento que han tenido la misma evolución. Y los gastos siguen aumentando: porque nadie menciona la necesidad de que estos señores de altísimos sueldos se inhiban de la posibilidad de ceder parte de los mismos para poder incrementar las ayudas a los que tanto las necesitan; por el contrario, siguen en su afán de incrementarlos con nuevas subidas, tan inapropiadas.
¿Cómo vamos a financiar tanto gasto y tanta ruina? Ya lo hemos dicho más de una vez: la única salida es la de incrementar los impuestos. Y ya salió el chivo expiatorio de turno, el Pepino Blanco (hoy ministro) y nos lo espetó sin avergonzarse, sin que se le mueva un músculo: van a subir los impuestos a las rentas altas. ¿A las altas?
¿Sólo a las altas? Permitidme que me ría (aunque no tiene nada de gracioso). La única subida de impuestos que puede dar un respiro a las arcas nacionales es la de los de siempre; porque los ricos son pocos y, además, tienen todos ellos las estructuras necesarias para salvarse de la quema. Los países de "nuestro entorno" han hecho bien los deberes y empiezan a ver la luz: han refrenado el gasto de manera trascendente, han disminuido los impuestos y ya están viendo síntomas de salud.
¿Qué va a ser de nosotros? Si aceleran el gasto y drenan de la economía privada los pocos fondos que le quedan mediante nuevos abusos tributarios, el fin que nos espera es muy triste. ¡Que Dios nos libre de estos "señores" que nos desgobiernan tan a su manera!