Ahora que algunos partidos, dirigentes o analistas han convertido casi en deporte nacional conceder carnés de buenos españoles o compatriotas como si el resto no lo fueran, me voy a permitir la licencia de hablarles de buenos andaluces, pero sin que este concepto acarree la consecuencia excluyente de que existen malos andaluces. Sencillamente todos son andaluces, con sus pensamientos, ideologías y proyectos, dispares o no, coincidentes o en las antípodas, pero siempre aspirando a lo mejor para su tierra.
Escuchar, transcribir y analizar los mensajes de casi 200 andaluces insignes que han participado en la serie radiofónica ‘Ser Andaluces’ de la Cadena SER Andalucía, me ha permitido conocer que el andaluz, como norma general, no participa de ninguna loa cuando habla de su tierra: ni observa ni reflexiona sobre Andalucía con una mirada complaciente. Es cierto que todos coinciden en que es una tierra maravillosa, “un paraíso terrenal”, como ensalzó el presidente de la Junta, Juan Manuel Moreno, en la presentación del noveno libro-cd ‘Ser Andaluces’. Sin embargo, nacer en o estar vinculado a esta comunidad no les hace caer en la contemplación ante las dificultades con las que se topan en sus proyectos de vida. Tanto es así que, con lo difícil que es convocar en nombre de lo común en estos complejos tiempos para la convivencia, fue relativamente fácil encontrarlos en cinco ideas básicas para entender lo que sienten, piensan y sueñan para Andalucía:
Definición: Andalucía, como reza su himno, respira universalidad, solidaridad, mezcolanza, acogimiento e igualdad en todas sus vertientes. Debate territorial: Andalucía debe y quiere ser protagonista de su futuro y del de España. Nunca más que nos lo escriban otros. Economía y empleo: el paro no es una maldición bíblica, sino consecuencia de una herencia de castigos y abandonos, y también de una gestión mejorable y de una mirada poco cariñosa de Madrid. La toxicidad del tópico: Tan malo es el prejuicio peyorativo, el tópico trasnochado o el pensamiento supremacista de otros territorios, como la imagen que, en más ocasiones de las debidas, proyectamos los propios andaluces de un andaluz profesional con el que cada vez hay menos gente que se identifique. Y el futuro: La autoestima del andaluz, ganada fundamentalmente en las cuatro décadas de autonomía, debe tener un salto 5G para cambiar cierta mentalidad localista y abandonar el ensimismamiento con tradiciones amplificadas hiperbólicamente sin que ello se interprete como una renuncia a nuestras señas de identidad, para aprovechar todas nuestras potencialidades y aspirar a ser líderes también en desarrollo y riqueza.
Son los mandamientos civiles de los protagonistas de ‘Ser Andaluces’, un observatorio permanente del pálpito de Andalucía a través de los ojos de sus hijos más naturales y universales.
