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El Arponazo del Capitán Ahab

El arponazo del Capitán Ahab. ¿Y todo esto por qué?

Acaba el curso, hoy es la última entrega de la temporada, y resulta imposible resistirse a echar la vista atrás y ver cómo ha sido este año

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Acaba el curso, hoy es la última entrega de la temporada, y resulta imposible resistirse a echar la vista atrás y ver cómo ha sido este año. Y el espectáculo no es edificante, la tensión general ha pasado de preocupante a muy preocupante, y el ambiente está aún más crispado, si cabe. Este curso nos han seguido enardeciendo y exaltando desde todos los frentes, y de nuevo les ha funcionado, como era de esperar. La presión ha vuelto a subir varios puntos en la olla, aunque de momento parece que sigue aguantando. De momento, claro, porque el problema de exaltar los ánimos es que es un proceso que no se puede parar, hay un botón de encendido, pero no de apagado.

Una vez que se abren las compuertas, ya no hay quién lo pare. De hecho, desde hace ya muchos meses, si no varios años, tenemos constantemente la esperanza de que en el futuro se rebaje la tensión, cuando pasen las elecciones, cuando pasen las sentencias, cuando terminen las negociaciones, cuando termine la Liga. Pero nunca, nunca, se rebaja, sino todo lo contrario. No se arreglan los problemas en Cataluña, no hay entendimiento en los partidos, no tenemos un gobierno estable en España, ni en la mayor parte de las Comunidades Autónomas, ni en muchos Ayuntamientos, ni hay síntomas de mejora por ninguna parte. Nos gusta pensar que el curso que viene será mejor, pero me temo que todo apunta a que el curso que viene será como este o peor. Haya o no haya elecciones, la tensión entre los partidos seguirá creciendo, el tono en los medios será cada vez más enconado y el ambiente será cada vez peor y peor en las cenas, en los desayunos, en el trabajo, en los grupos de Whatsapp y en todas partes.

Todo el mundo acusará a todo el mundo de ser sectario, intolerante, irresponsable, ignorante, mezquino, de no querer escuchar, de no entender nada y de ser los culpables de todo. Del paro, de la pobreza, del terrorismo, del secesionismo, de los atascos, de la lluvia, de la falta de lluvia y de la expulsión de la Pantoja. ¿Y toda esta espiral para qué? ¿Por qué toda esta exaltación, enconamiento y enfrentamiento constante y generalizado? Pues muy sencillo. Porque da votos.

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