La Policía Local cuenta una historia bien diferente de la de los miembros de la chirigota 'ilegal' sobre los hechos acontecidos en el centro durante la noche del domingo, en los últimos coletazos del carnaval chiquito. En ella, se asegura que los agentes actuaron en legítima defensa y que los agresores fueron un grupo de personas ebrias.
El informe elaborado por los agentes involucrados en el incidente narra cronológicamente la secuencia de acontecimientos a resultas de los cuales fueron detenidos dos personas: un hombre y una mujer.
La policía afirma que "a las 0:41 horas se recibe llamada en central" comunicando "que un numeroso grupo de personas se encuentran en la calle José del Toro cantando y formando mucho ruido".
Hasta el lugar, según el atestado, llega en primer luhar el patrullero de la zona que comprueba "cómo efectivamente unas cien personas se encuentran gritando y cantando a la altura del número 17 de la calle José del Toro". Piden apoyo al resto del turno vista "la gran concentración de personas que se encuentran en la vía pública, acudiendo en apoyo dos patrulleros, así como el jefe del turno de noche, procediendo entre todos los agentes al desalojo de la calle, ya que se encontraban perturbando el normal descanso de los vecinos de la zona".
La policía afirma que "la mayoría de las personas que se encontraban en el lugar colaboran con los actuantes, así como el propietario del Pub Cambalache que también ayuda en la actuación policial solicitando a su clientela que sale de su local que se marchen del lugar, accediendo a marcharse, no así otro grupo de unas veinte personas totalmente ebrias que no colaboran en absoluto, siendo necesario insistir repetidamente para que se marcharan del sitio, insultando algunos de ellos a los actuantes y despreciando la labor policial. Después de mucho insistir y armarse de paciencia por la actitud de éste grupo, se consigue que se marchen de la vía pública".
Posteriormente, a la 1:25 horas "se vuelve a recibir llamada en central" comunicando "fuerte ruido proveniente de personas cantando en la calle Columela", y casi simultáneamente, "un operario de la empresa Sufi manifiesta a un patrullero de la zona interior "que un grupo de personas está cantando y formando mucho jaleo en la esquina del Palillero con calle Columela, no siendo posible continuar con las labores de limpieza". Así, se persona en primera instancia en la plaza del Palillero "un patrullero" que observa "a un grupo de cuatro personas con una guitarra y bombo cantando una copla de carnaval a otro grupo de unas veinte personas que resultan ser las mismas que se encontraban en la calle José del Toro".
Los agentes "se dirigen al grupo que está cantando y les dicen que dejen de tocar ya que están provocando molestias a los vecinos de la zona, a lo que tras varios requerimientos acceden, siendo increpados por parte del grupo de personas que estaban escuchándoles, gritándoles insultos y acercándose a ellos de forma intimidatoria. En esas circunstancias se presentan en el lugar cuatro agentes".
Es entonces cuando la policía señala que "la señora Ll. A. se acerca a un agente y le comienza a insultar y a golpear en el pecho, manifestando que no se piensa ir del lugar. El agente le aguanta las manos primero y se cubre de los golpes intentando calmar a ésta mujer, que se dirige entonces a otro agente al que insulta en repetidas ocasiones con expresiones tales como: ¨hijo de puta ya me has echado de allí pero de aquí no me voy, cabrones que no valéis para nada¨, llegando incluso a ser agredido por la misma en repetidas ocasiones, sin poder conseguir que se tranquilizara".
La situación se tensa y "el resto del grupo rodea a los actuantes increpando e insultando, sin poder los actuantes controlar la situación, estando la gran mayoría muy ebria y en un estado de agresividad". Ll. A. se dirige entonces "a otro agente y le da una fuerte patada en la mano izquierda que le producen daños que requieren asistencia médica posterior, por lo que se procede a su detención, inmovilizándola e introduciéndola en el patrullero más cercano".
Al ver como se procedía a detener a esta mujer, "el grupo de personas se pone aún más agresivo, acercándose A. M. O. al agente antes golpeado y le escupe en la cara, dándole un fuerte empujón en el pecho, rodeándole para pasar a su espalda con intención clara de golpearle de nuevo". El agente "procede a inmovilizar al A. M. O., usando la mínima fuerza imprescindible y llevándole hacia el patrullero, momento en el cual, el grupo de personas se abalanza hacía los agentes comenzando a empujarlos y a intimidarlos, por lo que deciden sacar las defensas reglamentarias para intentar alejar a éstas personas. El grupo no se amedrenta y acometen hacia los actuantes, debiendo hacer uso de las defensas reglamentarias, consiguiendo que se alejen y dejen de acosarlos, quedando todos ellos a la altura de la calle Barrié, siguiendo con sus insultos y amenazas".
Los agentes narran que "proceden a marcharse del lugar con los dos detenidos, a los cuales se les lee sus derechos constitucionales así como los motivos de su detención, dejando al resto del grupo en el lugar chillando e insultando".